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La gestión de los mejores

Supongo que todo lector atento (y ocioso) de mis últimas entradas de blog habrá percibido un cierto hilillo conductor entre temas aparentemente diversos. Una inquietud general que se transparenta tras reflexiones sobre el culto hispano a la chapucería, la reciente tendencia al autoritarismo o al cainismo, la discrepancia entre lo que vemos y lo que nos cuentan, un homenaje a Orwell y a su obra más memorable, o incluso la ligereza de escribir sobre un tema sin suficiente documentación.

Quizá tales reflexiones sean variaciones de la inquietud de vivir estos tiempos turbulentos en lo sanitario, lo social, lo económico, lo político... La pandemia nos ha cambiado la vida, y hoy, cuando en España se anuncia la reimplantación de otro estado de alarma, esta vez de siete meses, es natural preguntarse si la excepcional intromisión del poder en la libertad individual será una medida proporcionada, equilibrada, y, lo más importante, eficaz.

Sé que es infinitamente más fácil criticar que construir, y también que no es igual resolver problemitas caseros y locales que desgracias de ámbito internacional. Pero justo por eso, porque el problema es mayúsculo y la exigencia sobre el individuo es colosal, sería el momento de que nuestros dirigentes aplicaran la medida elemental de poner frente al problema a los mejores y más competentes que se pueda encontrar. Que la gestión de la pandemia no sea un conjunto de improvisaciones y decretazos en los que nunca queda claro el origen y fundamentación científica de las medidas extremas que se decretan.

Para empezar, sería un buen detalle que el ministro de Sanidad escogido para liderar esta crisis sin precedentes fuera una persona del ámbito de la sanidad, en vez de un licenciado en Filosofía con trayectoria profesional casi exclusiva en la política. Sería signo de un cambio de rumbo, una muestra de que esto de la crisis se toma en serio. Quizá podríamos inspirarnos en el modelo de la vecina Portugal, cuya ministra del ramo es máster en Economía y Gestión de la salud, doctorada en Salud Internacional, gestora de centros hospitalarios, y directora del Instituto de Medicina Tropical e Higiene.

Además, dicho sea de paso, la ministra portuguesa es un buen ejemplo de empoderamiento femenino/feminista, y no alguna de las que ocupan sillones por acá sin más méritos que ser la hembra de su macho (alfa). En estos tiempos no podemos permitirnos gobernantes sacados de un tebeo de F. Ibáñez. Esto es la guerra.


 

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