Hace unos días falleció un autor que me ha dejado huella; se trata de Franz Jalics (1927 -2021), jesuita y místico húngaro, impulsor de la meditación contemplativa como un camino de buscar a Dios no tanto a través del raciocinio o de la acción, o siquiera del sentimiento, sino a través de la percepción. Su obra más representativa, donde expone este sugerente camino con extraordinaria pedagogía, es Ejercicios de contemplación, un libro para leer en pequeñas dosis.
De joven Jalics sirvió en el ejército húngaro durante la Segunda Guerra Mundial y allí, según expone en el citado libro, experimentó las primeras llamadas a poner su vida en manos de la Presencia que le susurraba que seguía estando allí a pesar del tremebundo y deprimente galimatías en que se había convertido la Historia contemporánea. Años después, ya jesuita, fue destinado a Buenos Aires, donde trabajó entre la población desfavorecida del Bajo Flores. Allí, en 1976, fue secuestrado por la dictadura argentina junto con otro compañero, encarcelado y torturado durante cinco meses, hasta que los liberaron sin más explicaciones. Su traumática experiencia le impulsó a sentar las bases de su espiritualidad contemplativa, que más tarde promovió desde su nuevo destino en Alemania.
Sería harto complicado siquiera resumir el mensaje de Jalics en estos pocos párrafos, así que remito al lector interesado a sus Ejercicios. Pero adelanto que su método conecta con las inquietudes de muchas personas que buscan la presencia del Dios escondido en el interior de cada uno de nosotros a través del silencio, de la permanencia en el presente, del esfuerzo por reconducir las angustias cotidianas y el afán de logro. La quietud favorece un vaciamiento interior que desconecte de las exigencias tiránicas del yo, y un proceso de sanación en el que nuestros diversos aspectos sombríos son redimidos tras ser expuestos a la luz. No hace falta ser impecables para llegar a Dios, el camino es el opuesto: precisamente la conciencia de estar vacíos nos abre a la necesidad de ser llenados, y este progresivo enriquecimiento nos posibilita acercarnos a la realidad de nuestros semejantes con profundo respeto y empatía.
En España uno de los discípulos más notables de Jalics es el escritor Pablo d'Ors, quien promueve la meditación silenciosa en su libro Biografía del silencio (que, a pesar de ser un best seller, es altamente recomendable), y en su recentísima continuación Biografía de la luz, que acaba de ver la ídem hace pocos días. También son libros para leer a largo plazo.
En fin, no creo estar haciendo mucha justicia a la profundidad del camino que enseñó Jalics con este apelotonamiento de ideas, pero insisto en remitir a las fuentes. Maestro Franz Jalics, descansa en paz. O mejor, en admiracion amorosa. Tú de eso siempre has entendido mucho.
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