El pasado miércoles me invitaron a dar una charla virtual sobre mi trayectoria literaria en el ciclo "Encuentros con nuestros autores" que organiza la Biblioteca Central de Cantabria. La virtual es una modalidad en la que aún no me encuentro totalmente a gusto. Al igual que en el aula universitaria, prefiero mirar de frente a mis oyentes y adaptar el discurso a las caras que contemplan (o bostezan). Supongo que la videoconferencia es el más que probable futuro, pero lo que está claro es que ahora es el único presente. El acto, de una hora de duración, fue presentado por Jesús Herrán, y se puede seguir en Facebook en el siguiente enlace . Aviso, el sonido no es muy bueno, pero al menos la foto de fondo que me cubre las espaldas es hermosa. Ese mismo día Guillermo Balbona, el redactor jefe de cultura del El Diario Montañés , sacó esta entrevista. Para quien le cueste leer la letra periodística, entresaco las tres preguntas del recuadro. Por poner algo. Espero no haber mentido d
Una conversación oída esta semana. Lidia le dice a Onésimo (nombres ficticios), dueño de una zapatería, que tiene un vale de compra para su tienda que le gustaría utilizar pronto. Onésimo, con voz quebrada, le insta a que lo haga mañana mismo. “No sé si aguantaré tres días más. Y no querrás tener un papel mojado”. En efecto, a esta víctima de la restricción no le salen los números para mantenerse a flote. En mi comunidad autónoma el último paquete de medidas obliga a los negocios no esenciales a cerrar a las 17:00. Supongo que, para los que estén en la tesitura de Onésimo y vean que ya no van a entrar ingresos en la unidad familiar, lo de “no esencial” se les antoje una macabra ironía. Por no pensar en la cara que se les pondrá cuando a media tarde pasen junto al estanco más cercano, y comprueben que allí se sigue dispensando mercancía esencial. Esencial, claro, para que el cliente enferme y muera, si no de covid, de cáncer de pulmón (22.153 fallecidos en España en 2018). Por supuesto,