Ir al contenido principal

De charanga y Mortadelo

Anoche cuando me senté en la butaca del salón, alguien estaba viendo en la tele la primera película de Mortadelo y Filemón de Javier Fesser, y me dejé llevar. De este modo me teletransporté (sic) a mi infancia feliz, cuando, en vez de la mal llamada paga, los domingos nos compraban a cada hermano un tebeo (o “chiste”), que durante un tiempo fue invariablemente el Mortadelo.



Este reencuentro con los personajes de mi infancia, aunque en versión algo más picantona de lo habitual entonces (aquí, por ejemplo, Filemón amanece en el calabozo en brazos de un energúmeno y con un bote de vaselina), me ha hecho preguntarme por qué esta pareja singular ha gozado de tal popularidad durante generaciones. Por qué la versión hispana de personajes como James Bond, los dos agentes más insensatos de una agencia disparatada, incompetentes, insensibles y primarios, se sienten como algo tan "nuestro".

Creo que la versión de Fesser capta muy bien el espíritu original de F. Vázquez, que se podría calificar como una jocosa apología de lo cutre, lo chapucero o lo primario como “typical Spanish”. De algún modo, se sugiere, a los españoles nos gusta vernos así, acaso regodeándonos en la hipótesis de que este universo mortadelil, por muy exagerado que esté, es más creíble que el heroísmo inverosímil de los personajes emblemáticos de otras naciones.

No puedo quitar de la cabeza estas ideas cuando observo, cada vez a más distancia, la vida pública española. Y cuando me planteo cómo es posible que tales o cuales personas estén rigiendo nuestros destinos, o tengan estos altos cargos, o presencio el encumbramiento a los puestos de responsabilidad de los más ineptos, la burocracia asfixiante e insensible de las instituciones, la gestión improvisada de las emergencias, el mal gasto del dinero público, la visceralidad con que nos enfrentan quienes deberían unirnos, etc., me viene a la cabeza esa imagen cutre, chapucera o primaria que en algunos momentos nos puede enorgullecer.

Y si en mi infancia eché buenas risas con Mortadelo y Filemón, en mi madurez (por llamarla de alguna forma) espero que no me broten lágrimas cuando me acosen estos ominosos pensamientos.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El silencio de Franz Jalics (1927-2021)

Hace unos días falleció un autor que me ha dejado huella; se trata de Franz Jalics (1927 -2021), jesuita y místico húngaro, impulsor de la meditación contemplativa como un camino de buscar a Dios no tanto a través del raciocinio o de la acción, o siquiera del sentimiento, sino a través de la percepción. Su obra más representativa, donde expone este sugerente camino con extraordinaria pedagogía, es Ejercicios de contemplación , un libro para leer en pequeñas dosis. De joven Jalics sirvió en el ejército húngaro durante la Segunda Guerra Mundial y allí, según expone en el citado libro, experimentó las primeras llamadas a poner su vida en manos de la Presencia que le susurraba que seguía estando allí a pesar del tremebundo y deprimente galimatías en que se había convertido la Historia contemporánea. Años después, ya jesuita, fue destinado a Buenos Aires, donde trabajó entre la población desfavorecida del Bajo Flores. Allí, en 1976, fue secuestrado por la dictadura argentina junto con otro ...

Tres años

Hoy se  cumplen tres años del día más horrible de mi vida (hasta la fecha). El tiempo sin duda cierra heridas, pero la cicatriz permanecerá siempre. Es un tópico porque es verdad. Si mantengo el inveterado principio de que escribo poesía inspirado por el dolor del alma, supongo que acabaré componiendo un poemario sobre ella. Pero si también mantengo el parsimonioso cuentagotas con que dosifico mi poesía, no puedo asegurar cuándo. Ahora voy terminando uno sobre una experiencia acaecida en 2017, para que os hagáis una idea... Este poema formará parte (D.m.) del eventual poemario, así que os lo adelanto. Aunque no es reciente, como algunos pocos sabéis. Cada noche cruje un poco nuestra cama. Tengo mucho más espacio, estirarme empieza a ser ya rutina. Soy el amo y el señor de mis dominios colchoneros (parvo imperio). A veces, solo a veces, duermo hondo y apenas me atormenta tu silencio.   Pero juro que hoy el alma empeñaría por volver a los dos quintos retroactivos de mi lado de t...

Cuentos en la escuela del futuro

A propósito de mi entrada de la semana pasada , no puedo reprimir el impulso de reproducir el principio de la escena de Solo yo me salvo  en la que el anciano Malaquías Winkle, quien ha vivido recluido en las últimas décadas de un futuro no muy lejano, visita una escuela. NOTA: Puede haber alguna expresión lingüística que el hablante de castellano de 2019 aún no domina. Se ruega, pues, paciencia.           —A tent@s a lo que viene. Caperucita Progresista se acercaba a casa de su abuelita, una ciudadana cronoavanzada pero en pleno dominio de sus facultades y consciente de sus derechos y obligaciones como ciudadana de una república tolerante, cuando se le acercó el lobo interesándose por los contenidos de su multitáper. Su pregunta no podía en absoluto ser catalogada como indebida ingerencia en las opciones libres de adquisición, sino más bien justificada por la indigencia de un animal marginal infraalimentado, inse...