Hace unos días di una charla dirigida a jóvenes, a la que
asistieron algunas decenas de chicos y chicas entre 16 y 25 años. Para romper
el ritmo de mis disertaciones les propuse en diversas ocasiones que me
entregaran una nota escrita anónimamente respondiendo a mis interrogantes, con
el objetivo de comentar alguna de sus respuestas en público, pero sobre todo para
que les sirviera de reflexión individual. Una de las preguntas iba precedida de
la consideración de que la juventud es el periodo de abrigar ilusiones y
sueños, de empezar a poner los medios para perseguir un ideal. Tras la
introducción, formulé la escueta pregunta: “¿Y, en tu caso, cuál es tu sueño?
Comparto con mis lectores una sencilla clasificación de
estas respuestas. Lo que sigue no pretende ser, ni mucho menos, un estudio
sociológico, pero a mí me sirvió para conocer un poco mejor qué tienen en la
cabeza nuestros jóvenes, o al menos los que me oyeron el otro día, casi todos
estudiantes universitarios.
Un tercio manifestó que su sueño es poder trabajar en lo
que les gusta, que en su mayoría es la profesión a la que se encaminan sus
estudios. Un par de ellos especificó que les gustaría crear un método innovador
en su tarea, en concreto de enseñanza. Otro tercio (algunos compaginaban los
dos sueños, sin querer o poder priorizar uno) aspiraba a formar una familia,
una chica añadiendo la gentil observación que querría llegar a ser como su
propia madre. Otro tercio apuntaba de un modo un tanto genérico que buscaba
la felicidad, lo que en la mayoría de los casos implicaba, me parece, una
vida tranquila, rodeada de gente que nos quiere, conservando las ganas de
vivir, etc.
Unos pocos cifraban su sueño en independizarse, y otros
pocos en viajar por el mundo. Frente a los que mostraban proyectos más
específicos --tener dos gatos, crear un “hedge fund”, o ser entrenador del
Logroñés—había tres o cuatro que salían un tanto de la propia trayectoria,
deseando la paz mundial o la erradicación del hambre como sueños prioritarios.
Pero, atendiendo a los “sueños” mayoritarios, claramente
dominaban los tres primeros: formar una familia, un trabajo satisfactorio y
creativo, y una vida tranquila rodeada de gente que nos quiere. Si conforme uno
va haciéndose mayor siempre hay cosas que nos desconciertan de las nuevas
generaciones, y en ocasiones parece que se agranda la famosa brecha
generacional, en el fondo hay cosas que no cambian tanto con los años. Los
humanos no debemos de ser tan originales.
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