Retomo este blog. Durante estos siete meses, por las razones que ya sabéis, no he sido capaz. Pero echo de menos estos mensajes en botella que os lanzo al ciberocéano semanalmente (o casi), así que aquí me encontraréis de nuevo. Y creo que tiene sentido recomenzar de modo similar a como lo interrumpí, con un poema. Dedicado ya sabéis a quién.
Cada noche cruje un poco nuestra cama.
Tengo mucho más espacio, estirarme
empieza a ser ya rutina. Soy el amo
y el señor de mis dominios
colchoneros (parvo imperio).
A veces, solo a veces, duermo hondo
y apenas me atormenta tu silencio.
Pero juro que hoy el alma empeñaría
por volver a los dos quintos retroactivos
de mi lado de tu lecho,
por sentir tu respirar acompasado
o agitado (profecía en el vacío).
Tengo espacio, sí, en la cama,
en roperos y alacenas, en mi agenda,
en mi noche, en mi tristeza.
Maldito sea el espacio.
Visítame en el tálamo apremiado
que presenció tu leve, último aliento.
Infúndeme el saber que ya posees
desde tu inaccesible, opuesta orilla,
e impídeme dormir a pierna suelta
sobre el colchón que oyó nuestros secretos.
Comentarios
Publicar un comentario