Este pasado viernes un parlamentario inglés, David Amess, reanudaba en una localidad de Sussex la costumbre democrática de las llamadas surgeries, encuentros personales de los votantes con sus representantes para trasladarles sus inquietudes y reclamaciones, cuando un enajenado de veinticinco años se abalanzó con un cuchillo en el lugar y le asestó doce salvajes puñaladas que le causaron la muerte. Las fuerzas del orden aprehendieron al asesino en el acto, pero sin duda demasiado tarde; este ya estaba fichado por la policía como islamista radicalizado.
Es espantosa la facilidad con la que cualquier salvaje puede perpetrar el mal. Iba a decir que es como el descerebrado que rompió las maravillosas cristaleras de la catedral de León a pedradas, pero quitar una vida humana es infinitamente peor. Y David Amiss, de 69 años, era un político muy querido por sus electores, con una trayectoria de casi treinta años de servicio y un historial impecable de compromiso con su comunidad. Un monstruo de veinticinco años puede poner fin a esa vida en unos segundos con su maldito cuchillo.
También a partir de este desgraciado incidente se habla de que el Parlamento británico va a plantearse erradicar las surgeries por el grado de peligrosidad que presentan. Una vez más, unos segundos de barbarie pueden dinamitar una larga tradición tan auténticamente democrática, que ojalá se adoptara en nuestro país, donde los votantes tan solo se hacen oír por sus representantes en el día de las urnas, y entonces solo dentro de los márgenes de elegir entre lo malo o lo peor.
A raíz de la noticia he contemplado el video de YouTube en el que Amiss participaba en un debate del Oxford Union sobre la bondad de la fe religiosa. Leído en el contexto de su trágica muerte, su testimonio ofrece unas resonancias impactantes. A quien pueda escucharlo en inglés, le facilito el enlace, pero también le recuerdo lo que escribí hace unas semanas sobre un tema parecido.
Valgan estas breves líneas como homenaje a David Amess, que murió en acto de servicio. Además de hacer campañas a favor de los derechos de los animales, Amess era católico, conservador y provida. No sé por qué, sospecho que su asesinato no tendrá eco durante demasiado tiempo.
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