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Fábula 46 y Bernardo Atxaga


Como intuía en la entrada de la semana pasada, la presentación en sociedad de Fábula 46 no será en la Bene, pero ya tenemos un “marco incomparable” para hacerlo, el patio del monasterio de San Millán de la Cogolla, cuna del castellano y del euskera. Por invitación de la Fundación San Millán nos reuniremos allí el jueves 23 de julio (Día del Libro sustituto) a media tarde para celebrar el alumbramiento del número 46 de Fábula, hija del confinamiento, una preciosidad de criatura que trae gratas sorpresas (adelanto la excelente portada de Peter Arcese). 


Y lo haremos escuchando el verbo siempre fluido y sugerente de Bernardo Atxaga, Premio Nacional de las Letras 2019 entre otros muchos méritos. No deja de ser una deliciosa circunstancia que este acto que ha acabado en San Millán cuente con el apadrinamiento de un grande de las letras castellanas y vascas. El título de su charla será: “Pange lingua: Influencias imperceptibles”, y será el fruto de sus recientes reflexiones sobre el arte de escribir (no adelanto más).

Con esta presentación queremos contribuir, en nuestra pequeña medida, a que la cultura vuelva a disfrutarse en compañía. Pero en los tiempos que corren no pueden descuidarse las precauciones. Así que por primera vez en nuestra historia la entrada no será libre sino prevista con antelación, y se regulará mediante control de aforo por invitación. Tanto los suscriptores como el público en general podrán reservar invitaciones al acto, que incluye la charla y coloquio con Bernardo Atxaga, un ejemplar del número 46 de Fábula, un refrigerio y el autobús gratuito desde Logroño y vuelta para quien lo requiera, en la dirección revistaliterariafabula@gmail.com, además de en librerías como Santos Ochoa y otras que se anunciarán desde www.revistafabula.com

No se me ocurren formas mejores de celebrar el Día del Libro (sustituto) que asistiendo a este nuevo nacimiento creativo en el patio de San Millán de la Cogolla, y escuchando a Bernardo Atxaga. Y además, como Berceo, lo remataremos con “un vaso de bon vino” (o de refresco, según). Así que animaos, que esto no sucede todos los días.

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