Rescato hoy un poema escrito hace tiempo, que dedico a todas las personas que entregan su vida por los demás, como los heroicos miembros del personal sanitario que se dan sin medida en estos días turbulentos. Es mi (pobre) homenaje de las 8 de la tarde.
AMBICIÓN
A Rafael Gómez
Plantaste
tu mirada, aún imberbe
ante el
cristal estupefacto y lelo
del
escaparate de la edad primera
y te
pediste ser ave
y te
pediste ser nube
y te
pediste ser fuente.
Y aún
colgado de la mano protectora
indefenso
ante el más mínimo relincho
de
luciérnagas que ya entonces acechaban
quisiste
volverte luna
quisiste
volverte trueno
quisiste
convertirte en viento.
Mas
entonces viste a aquel pobre jinete
del amor
y el vicio, doliente e infecto,
abismales
pozos sus ojeras negras,
retorciendo
sábanas en torno a su cuerpo
y en la
blanca sala de analgesia y asma
le viste
exhalar su postrer aliento.
Y ya no
quisiste ser ave, ni nube, ni fuente,
quisiste
tú también ser muerto.
Mas no
moriste, y aún
tus
manos conservaron el jugo de las fresas,
pero
fuiste muerto, y muriendo sigues,
sigues sabiendo morir por cada hermano enfermo.
Y, sin
importarte ya que se marchiten las hojas de agenda,
sigues
quemando en servicio tu almanaque entero.
Y aquí, mientras se nos acaban ya las esmeraldas,
así muerto vives por
nosotros muertos.
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