Unas breves crónicas de sendas sesiones del VI Taller de Creación y Crítica Literarias: "Narrativas que funcionan". La primera es obra de Evelyn Pérez, pues el lunes 2 me tuve que ausentar. Y bien que lo lamenté...
Leticia Bustamante Valbuena, especialista en el microrrelato hispánico, ya había participado en el taller de 2014, y, si esa sesión fue muy buena, esta del jueves 7 de julio fue excelente. Con esa energía, claridad y simpatía que la definen impartió la sesión titulada "Narración aumentada en el microrrelato español: de la ilustración al cortometraje". Tras las necesarias definiciones introductorias pasó a hacer un recorrido muy completo por textos de autores contemporáneos y sus versiones "aumentadas". Este plus se consigue por medio de peculiaridades tipográficas, ilustraciones que pueden orientar o desorientar sobre esos misterios escondidos que guarda todo microrrelato que se precie, o las adaptaciones a medios diferentes del que vio el relato originalmente. En esta primera fase nos familiarizó con la obra de JJ Muñoz Rengel, Manu Espada, Beatriz Osés, Isabel González, Manuel Puche o Pep Bruno, entre otros.
A continuación pasó a mostrar cómo un micro puede "aumentarse" mediante un especial tratamiento sonoro, visual o audiovisual. Ilustró el primer caso aportando grabaciones pioneras de relatos como "La niña" de Juan Ramón Jiménez, o "Si no duermo...", de Max Aub. Sobre las posibilidades de aumento audiovisual debatió si se puede tratar de una mejora con posibilidades didácticas o de una instrumentalización de la literatura, y nos mostró diaporamas y cortometrajes que expanden microtextos de Manu Espada o de Raquel Lozano.
En la calurosa tarde del lunes 2 de julio tuvimos el placer de contar en el Taller con la refrescante presencia de Manuel Pérez Saiz. Llegó tranquilamente desde Cantabria y fue presentado como docente e investigador de Gramática (es el creador del Método de los relojes. Gramática descriptiva del español). Y hubiera pasado por un tipo sesudo (que lo es) y formal (que también lo es) si la sesión hubiese durado cinco minutos. Pero también es un auténtico provocador (en la primera de las acepciones de la RAE), y a los diez minutos de empezar ya había revolucionado a la sala con su propuesta de creación Expres(s)arte funciona.
Asignó los distintos roles de una familia ligeramente desestructurada y de los ocho (sí, ocho, el cuento clásico estaba equivocado) enanitos de Blancanieves entre los asistentes para forzar su creatividad en el tiempo limitado de tres minutos. De esto salieron, si se me permite el oxímoron, grandes microrrelatos. No contento con todas esas provocaciones fue capaz de sentar a algunos de sus entregados alumnos en "la silla eléctrica", otro método creativo tan poco ortodoxo como efectivo. Se trata, como dijo él, de abrir la mente, de provocar a lo cotidiano hasta hacerlo interesante y literario, digno de ser contado. De ejercitar el músculo de la improvisación.
Después de tan grata tarde me quedé con ganas de leer su novela experimental Escarcha en tus pestañas, claro que las ganas me van a durar poco, ya estoy buscándola.
A continuación pasó a mostrar cómo un micro puede "aumentarse" mediante un especial tratamiento sonoro, visual o audiovisual. Ilustró el primer caso aportando grabaciones pioneras de relatos como "La niña" de Juan Ramón Jiménez, o "Si no duermo...", de Max Aub. Sobre las posibilidades de aumento audiovisual debatió si se puede tratar de una mejora con posibilidades didácticas o de una instrumentalización de la literatura, y nos mostró diaporamas y cortometrajes que expanden microtextos de Manu Espada o de Raquel Lozano.
Dos horas que volaron (si se me permite el tópico) y con una planificación milimetrada. Y, por supuesto, que nos dejaron con ganas de más.
Y, por cierto. Al terminar, la botella de agua de la ponente permanecía casi llena.
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