Si de todo se debería aprender, seguro que de la pandemia también se puede. Así, ciertas cosas que hasta ahora veíamos con naturalidad en adelante deberían evitarse en pro de aquello de no tropezar ene veces (si solo fuera una…) con la misma piedra.
He aquí unas pocas, a título meramente ilustrativo:
1.- Comer pinchos y tapas en un bar-restaurante que los expone encima de la barra sin más protección que el aire con sus microorganismos flotantes.
2.- Volver a dar un beso, siquiera casto, a quien, después de recibirlo y de corresponderte, te confiesa que tiene un trancazo que no se puede menear.
3.- Volver a dar la mano a quien ataja sus estornudos o toses con el mencionado apéndice, por mucho que nos desee paz y benevolencia incondicionales.
4.- Compartir ensalada con quien pincha las verduras y tomates del bol común con su tenedor personal e intransferible, máxime después de haber declarado que le duele bastante la garganta.
5.- Mantener una inane conversación en un disco-pub en la que tu interlocutor te habla a voz en grito y casi nariz con nariz para contrarrestar los decibelios del chunta-chunta.
6.- Comprar chuches a tus hijos en los establecimientos en que hay que meter un cazo en los recipientes desprotegidos donde antes han hurgado centenares de angelitos.
7.-Compartir micrófono en el karaoke con predecesores aficionados al reguetón o a las baladas románticas.
8.- Beber sidra escanciada en el vaso común, a pesar de que los entendidos dicen que el último “culín” sirve para limpiar les babes.
9.- Besar el pie de la imagen navideña del Niño Jesús, aunque el monaguillo use el trapillo gris para “limpiar” el beso de las decenas de piadosos feligreses precedentes.
y 10 (¿inevitable?).- Elegir como gobernantes a quienes crean más problemas que soluciones.
He aquí unas pocas, a título meramente ilustrativo:
1.- Comer pinchos y tapas en un bar-restaurante que los expone encima de la barra sin más protección que el aire con sus microorganismos flotantes.
2.- Volver a dar un beso, siquiera casto, a quien, después de recibirlo y de corresponderte, te confiesa que tiene un trancazo que no se puede menear.
3.- Volver a dar la mano a quien ataja sus estornudos o toses con el mencionado apéndice, por mucho que nos desee paz y benevolencia incondicionales.
4.- Compartir ensalada con quien pincha las verduras y tomates del bol común con su tenedor personal e intransferible, máxime después de haber declarado que le duele bastante la garganta.
5.- Mantener una inane conversación en un disco-pub en la que tu interlocutor te habla a voz en grito y casi nariz con nariz para contrarrestar los decibelios del chunta-chunta.
6.- Comprar chuches a tus hijos en los establecimientos en que hay que meter un cazo en los recipientes desprotegidos donde antes han hurgado centenares de angelitos.
7.-Compartir micrófono en el karaoke con predecesores aficionados al reguetón o a las baladas románticas.
8.- Beber sidra escanciada en el vaso común, a pesar de que los entendidos dicen que el último “culín” sirve para limpiar les babes.
9.- Besar el pie de la imagen navideña del Niño Jesús, aunque el monaguillo use el trapillo gris para “limpiar” el beso de las decenas de piadosos feligreses precedentes.
y 10 (¿inevitable?).- Elegir como gobernantes a quienes crean más problemas que soluciones.
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