Ir al contenido principal

10 COSAS QUE NO DEBERíAMOS VOLVER A HACER

Si de todo se debería aprender, seguro que de la pandemia también se puede. Así, ciertas cosas que hasta ahora veíamos con naturalidad en adelante deberían evitarse en pro de aquello de no tropezar ene veces (si solo fuera una…) con la misma piedra.



He aquí unas pocas, a título meramente ilustrativo:

1.- Comer pinchos y tapas en un bar-restaurante que los expone encima de la barra sin más protección que el aire con sus microorganismos flotantes.

2.- Volver a dar un beso, siquiera casto, a quien, después de recibirlo y de corresponderte, te confiesa que tiene un trancazo que no se puede menear.

3.- Volver a dar la mano a quien ataja sus estornudos o toses con el mencionado apéndice, por mucho que nos desee paz y benevolencia incondicionales.

4.- Compartir ensalada con quien pincha las verduras y tomates del bol común con su tenedor personal e intransferible, máxime después de haber declarado que le duele bastante la garganta.

5.- Mantener una inane conversación en un disco-pub en la que tu interlocutor te habla a voz en grito y casi nariz con nariz para contrarrestar los decibelios del chunta-chunta.

6.- Comprar chuches a tus hijos en los establecimientos en que hay que meter un cazo en los recipientes desprotegidos donde antes han hurgado centenares de angelitos.

7.-Compartir micrófono en el karaoke con predecesores aficionados al reguetón o a las baladas románticas.

8.- Beber sidra escanciada en el vaso común, a pesar de que los entendidos dicen que el último “culín” sirve para limpiar les babes.

9.- Besar el pie de la imagen navideña del Niño Jesús, aunque el monaguillo use el trapillo gris para “limpiar” el beso de las decenas de piadosos feligreses precedentes.

y 10 (¿inevitable?).- Elegir como gobernantes a quienes crean más problemas que soluciones.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El silencio de Franz Jalics (1927-2021)

Hace unos días falleció un autor que me ha dejado huella; se trata de Franz Jalics (1927 -2021), jesuita y místico húngaro, impulsor de la meditación contemplativa como un camino de buscar a Dios no tanto a través del raciocinio o de la acción, o siquiera del sentimiento, sino a través de la percepción. Su obra más representativa, donde expone este sugerente camino con extraordinaria pedagogía, es Ejercicios de contemplación , un libro para leer en pequeñas dosis. De joven Jalics sirvió en el ejército húngaro durante la Segunda Guerra Mundial y allí, según expone en el citado libro, experimentó las primeras llamadas a poner su vida en manos de la Presencia que le susurraba que seguía estando allí a pesar del tremebundo y deprimente galimatías en que se había convertido la Historia contemporánea. Años después, ya jesuita, fue destinado a Buenos Aires, donde trabajó entre la población desfavorecida del Bajo Flores. Allí, en 1976, fue secuestrado por la dictadura argentina junto con otro ...

Tres años

Hoy se  cumplen tres años del día más horrible de mi vida (hasta la fecha). El tiempo sin duda cierra heridas, pero la cicatriz permanecerá siempre. Es un tópico porque es verdad. Si mantengo el inveterado principio de que escribo poesía inspirado por el dolor del alma, supongo que acabaré componiendo un poemario sobre ella. Pero si también mantengo el parsimonioso cuentagotas con que dosifico mi poesía, no puedo asegurar cuándo. Ahora voy terminando uno sobre una experiencia acaecida en 2017, para que os hagáis una idea... Este poema formará parte (D.m.) del eventual poemario, así que os lo adelanto. Aunque no es reciente, como algunos pocos sabéis. Cada noche cruje un poco nuestra cama. Tengo mucho más espacio, estirarme empieza a ser ya rutina. Soy el amo y el señor de mis dominios colchoneros (parvo imperio). A veces, solo a veces, duermo hondo y apenas me atormenta tu silencio.   Pero juro que hoy el alma empeñaría por volver a los dos quintos retroactivos de mi lado de t...

Cuentos en la escuela del futuro

A propósito de mi entrada de la semana pasada , no puedo reprimir el impulso de reproducir el principio de la escena de Solo yo me salvo  en la que el anciano Malaquías Winkle, quien ha vivido recluido en las últimas décadas de un futuro no muy lejano, visita una escuela. NOTA: Puede haber alguna expresión lingüística que el hablante de castellano de 2019 aún no domina. Se ruega, pues, paciencia.           —A tent@s a lo que viene. Caperucita Progresista se acercaba a casa de su abuelita, una ciudadana cronoavanzada pero en pleno dominio de sus facultades y consciente de sus derechos y obligaciones como ciudadana de una república tolerante, cuando se le acercó el lobo interesándose por los contenidos de su multitáper. Su pregunta no podía en absoluto ser catalogada como indebida ingerencia en las opciones libres de adquisición, sino más bien justificada por la indigencia de un animal marginal infraalimentado, inse...