En las
vísperas de Año Nuevo se suele hablar de hacer balance, y, aunque no soy muy
dado a ello, esta vez me apetece balancearme un poco sobre el sentido de este
blog que lees de vez en cuando, coincidiendo con la superación de las 70.000
visitas (que no me convierten en influencer,
pero ya son algo).
Lo primero
que quiero expresarte es un sincero agradecimiento por el interés que muestras
por mis escritos. Si Groucho Marx declaró que nunca ingresaría en un club que
lo admitiera como miembro, yo no sé si me haría seguidor de un blog como el
mío. Admito que es de lo más irregular. Habrás comprobado que nunca paso al
terreno de lo familiar o de lo íntimo, ni siquiera a otras facetas de mi vida
que no estén de alguna forma vinculadas a mi vocación de escribir.
Porque este
es acaso el factor común que une sus dispersos contenidos. Escribo desde que
tengo uso de razón, y con el tiempo he aprendido a hacerlo con un cierto desdén
por el posible éxito o fracaso de audiencia. Creo que he escrito un puñado de
libros que, si el mundo literario fuera justo (y literario), deberían haber
merecido más atención. Por algún motivo, no acabo de gozar de la bendición de
los medios de comunicación, ni siquiera de los locales. Y, por otro lado, nunca
he sabido venderme bien. Pero mi conciencia de ser un escritor de modesto
reconocimiento no me arredra para seguir dedicando un tiempo preferente (aunque
no siempre abundante) al milagro de la comunicación con palabras. Y declaro mi
intención de seguir escribiendo, mientras Dios me dé salud y sustancia gris,
hasta morir con las botas puestas y la pluma en ebullición.
Y este blog
es una proyección más de esa vocación de escribir. Supone un espacio personal
(disculpa que no abra la puerta a los comentarios indiscriminados) y también de
libertad. Aquí no necesito contentar al consejo editorial de una publicación,
ni pensar en ventas o cuotas de publicidad, ni ponerme más limitaciones que las
del respeto y el sentido común. No me preocupa demasiado el número de visitas,
pero sé que lo que cuelgo tiene una vida fuera de mis cálculos, y que por la
misteriosa magia de la comunicación estos pedacitos de alma llegan a ojos de
personas que jamás se cruzarían en mi camino de otro modo. Y eso anima a
seguir.
Un saludo de otro colega (y colega bloguero) de Zaragoza, Carlos. Hace tiempo que no nos vemos pero me alegra verte por aquí y que sigues publicando. No quería pasar sin comentarte las horas tan buenas que pasé este verano con uno de tus libros, la magnífica edición de 'Unconditional Surrender' de Evelyn Waugh. Y aprovecho para coger algunas referencias más de tus publicaciones para mi bibliografía. Enhorabuena y a seguir, que esto de los blogs es un ejercicio de persistencia.
ResponderEliminar