Ir al contenido principal

Un breve balance


En las vísperas de Año Nuevo se suele hablar de hacer balance, y, aunque no soy muy dado a ello, esta vez me apetece balancearme un poco sobre el sentido de este blog que lees de vez en cuando, coincidiendo con la superación de las 70.000 visitas (que no me convierten en influencer, pero ya son algo).

Lo primero que quiero expresarte es un sincero agradecimiento por el interés que muestras por mis escritos. Si Groucho Marx declaró que nunca ingresaría en un club que lo admitiera como miembro, yo no sé si me haría seguidor de un blog como el mío. Admito que es de lo más irregular. Habrás comprobado que nunca paso al terreno de lo familiar o de lo íntimo, ni siquiera a otras facetas de mi vida que no estén de alguna forma vinculadas a mi vocación de escribir.

Porque este es acaso el factor común que une sus dispersos contenidos. Escribo desde que tengo uso de razón, y con el tiempo he aprendido a hacerlo con un cierto desdén por el posible éxito o fracaso de audiencia. Creo que he escrito un puñado de libros que, si el mundo literario fuera justo (y literario), deberían haber merecido más atención. Por algún motivo, no acabo de gozar de la bendición de los medios de comunicación, ni siquiera de los locales. Y, por otro lado, nunca he sabido venderme bien. Pero mi conciencia de ser un escritor de modesto reconocimiento no me arredra para seguir dedicando un tiempo preferente (aunque no siempre abundante) al milagro de la comunicación con palabras. Y declaro mi intención de seguir escribiendo, mientras Dios me dé salud y sustancia gris, hasta morir con las botas puestas y la pluma en ebullición.

Y este blog es una proyección más de esa vocación de escribir. Supone un espacio personal (disculpa que no abra la puerta a los comentarios indiscriminados) y también de libertad. Aquí no necesito contentar al consejo editorial de una publicación, ni pensar en ventas o cuotas de publicidad, ni ponerme más limitaciones que las del respeto y el sentido común. No me preocupa demasiado el número de visitas, pero sé que lo que cuelgo tiene una vida fuera de mis cálculos, y que por la misteriosa magia de la comunicación estos pedacitos de alma llegan a ojos de personas que jamás se cruzarían en mi camino de otro modo. Y eso anima a seguir.

Así que aprovecho esta especie de balance de fin de 2018 para agradecerte que estés ahí, al otro lado. Probablemente no te conozco ni te conoceré, pero ya hemos entablado nuestra pequeña complicidad.

Comentarios

  1. Un saludo de otro colega (y colega bloguero) de Zaragoza, Carlos. Hace tiempo que no nos vemos pero me alegra verte por aquí y que sigues publicando. No quería pasar sin comentarte las horas tan buenas que pasé este verano con uno de tus libros, la magnífica edición de 'Unconditional Surrender' de Evelyn Waugh. Y aprovecho para coger algunas referencias más de tus publicaciones para mi bibliografía. Enhorabuena y a seguir, que esto de los blogs es un ejercicio de persistencia.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El silencio de Franz Jalics (1927-2021)

Hace unos días falleció un autor que me ha dejado huella; se trata de Franz Jalics (1927 -2021), jesuita y místico húngaro, impulsor de la meditación contemplativa como un camino de buscar a Dios no tanto a través del raciocinio o de la acción, o siquiera del sentimiento, sino a través de la percepción. Su obra más representativa, donde expone este sugerente camino con extraordinaria pedagogía, es Ejercicios de contemplación , un libro para leer en pequeñas dosis. De joven Jalics sirvió en el ejército húngaro durante la Segunda Guerra Mundial y allí, según expone en el citado libro, experimentó las primeras llamadas a poner su vida en manos de la Presencia que le susurraba que seguía estando allí a pesar del tremebundo y deprimente galimatías en que se había convertido la Historia contemporánea. Años después, ya jesuita, fue destinado a Buenos Aires, donde trabajó entre la población desfavorecida del Bajo Flores. Allí, en 1976, fue secuestrado por la dictadura argentina junto con otro ...

Tres años

Hoy se  cumplen tres años del día más horrible de mi vida (hasta la fecha). El tiempo sin duda cierra heridas, pero la cicatriz permanecerá siempre. Es un tópico porque es verdad. Si mantengo el inveterado principio de que escribo poesía inspirado por el dolor del alma, supongo que acabaré componiendo un poemario sobre ella. Pero si también mantengo el parsimonioso cuentagotas con que dosifico mi poesía, no puedo asegurar cuándo. Ahora voy terminando uno sobre una experiencia acaecida en 2017, para que os hagáis una idea... Este poema formará parte (D.m.) del eventual poemario, así que os lo adelanto. Aunque no es reciente, como algunos pocos sabéis. Cada noche cruje un poco nuestra cama. Tengo mucho más espacio, estirarme empieza a ser ya rutina. Soy el amo y el señor de mis dominios colchoneros (parvo imperio). A veces, solo a veces, duermo hondo y apenas me atormenta tu silencio.   Pero juro que hoy el alma empeñaría por volver a los dos quintos retroactivos de mi lado de t...

Cuentos en la escuela del futuro

A propósito de mi entrada de la semana pasada , no puedo reprimir el impulso de reproducir el principio de la escena de Solo yo me salvo  en la que el anciano Malaquías Winkle, quien ha vivido recluido en las últimas décadas de un futuro no muy lejano, visita una escuela. NOTA: Puede haber alguna expresión lingüística que el hablante de castellano de 2019 aún no domina. Se ruega, pues, paciencia.           —A tent@s a lo que viene. Caperucita Progresista se acercaba a casa de su abuelita, una ciudadana cronoavanzada pero en pleno dominio de sus facultades y consciente de sus derechos y obligaciones como ciudadana de una república tolerante, cuando se le acercó el lobo interesándose por los contenidos de su multitáper. Su pregunta no podía en absoluto ser catalogada como indebida ingerencia en las opciones libres de adquisición, sino más bien justificada por la indigencia de un animal marginal infraalimentado, inse...