Se me hace tarde y he quedado a cenar en un restaurante etíope donde no está permitido comer con cubiertos. Así que, aunque tenía cosas interesantes que escribir, lo dejaré para mejor ocasión. En su lugar reproduzco una reseña reciente de mi última novela, para que no os olvidéis del todo de ella. Salió publicada en Cuadernos del Sur, del Diario de Córdoba, el 20 de octubre de 2018. Le agradezco al doctor Prendes que me comunicara su existencia.
A propósito de mi entrada de la semana pasada , no puedo reprimir el impulso de reproducir el principio de la escena de Solo yo me salvo en la que el anciano Malaquías Winkle, quien ha vivido recluido en las últimas décadas de un futuro no muy lejano, visita una escuela. NOTA: Puede haber alguna expresión lingüística que el hablante de castellano de 2019 aún no domina. Se ruega, pues, paciencia. —A tent@s a lo que viene. Caperucita Progresista se acercaba a casa de su abuelita, una ciudadana cronoavanzada pero en pleno dominio de sus facultades y consciente de sus derechos y obligaciones como ciudadana de una república tolerante, cuando se le acercó el lobo interesándose por los contenidos de su multitáper. Su pregunta no podía en absoluto ser catalogada como indebida ingerencia en las opciones libres de adquisición, sino más bien justificada por la indigencia de un animal marginal infraalimentado, inse...
Comentarios
Publicar un comentario