Un enigmático viajero se distrae de un tedioso vuelo leyendo una entrevista a un joven novelista de éxito. Con cada nueva declaración, el viajero parece identificarse más y más con el entrevistado.
¿Será verdad lo del refrán?
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¿Será verdad lo del refrán?
MÁS QUE MIL PALABRAS
–No tengo tiempo de andar respondiendo a las envidias de la gente. Lo que deseo es la plena libertad creadora, escribir lo que me dé la gana.
No está mal como encabezamiento. Impactante. Este escritor tiene appeal, no cabe duda.
El avión de Iberia se suspendía sobre el nubarrón. Una plenitud azulada hería la vista al viajero, embebido en la magazine de viaje no removible (ratas, con lo caro que cuesta el billete). Despegó un segundo los ojos de la entrevista al joven escritor y se calzó las Ray Ban no sin antes atusarse un tanto el lacio cabello. Volvió a escudriñar el papel, que presidía la penetrante mirada del efebo triunfador, embutido en su cuidada estética generación-X.
–El nombre no es auténtico, ¿verdad?
–Bueno, es más auténtico que mi nombre de cartilla, si me entiendes lo que quiero decir. Es un resultado de la libertad, de autodefinirme desde mi propio yo creativo. Un autobautismo que arrasa con las restricciones previas, las expectativas paternalistas impuestas de antemano. Un renacer tipo Fénix, ¿entiendes? Es una rebeldía que impregna nuestro mundo y nuestro arte, y que requiere renombrar la realidad porque lo anterior, sencillamente, no nos vale. Así que, sin duda, Mat Cénit podría ser considerado más auténtico que José Flórez, porque es más propia y radicalmente mío, o mejor, más nuestro.
–Mat, esta es tu tercera novela, has saboreado las mieles del triunfo desde los veinticinco, tus libros venden como rosquillas. ¿No te parece irónico que tus cuantiosos ingresos procedan de retratar la penuria vital, laboral, etc. de tu propia generación?
–Creo que no es justo acusarme de aprovechado. Mis novelas son, sin lugar a dudas, útiles a mi gente. Creo que es esencial la concienciación de estar desterrados de la tierra prometida, de ser los unigénitos de unos padres vital y anímicamente castrados. Y, por tanto, nosotros hemos mamado aburrimiento. Hemos mamado la leche del hastío y el biberón del empalago... .TEXTO COMPLETO
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