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Vuelta al cole

En estos días muchos acabamos de regresar de nuestras merecidas vacaciones, y nos vamos reincorporando, con mayor o menor incidencia del síndrome posvacacional, a nuestros quehaceres habituales. Espero que la mayoría hayamos descansado y disfrutado del parón. Algunos quizá vengan quemados del sol, otros de aguantar a la familia, pero los más quemados son, desgraciadamente, las víctimas de los 114 incendios que han devastado tantas hectáreas de bosque y que han acaparado la atención y la preocupación de los españoles en las últimas semanas. A estas tragedias reincidentes en verano se aplica, me temo, una dinámica que ya he esbozado en otra ocasión, la de la explotación de la catástrofe. En una primera fase, cuando la tragedia se cobra sus víctimas, nos llena de consternación e inseguridad. En una segunda, de solidaridad, se movilizan los recursos institucionales y humanos, voluntariado incluido, para procurar aliviar un tanto las consecuencias del caos. En esta fase los representantes políticos acuden a fotografiarse a los lugares devastados y parecen formar frente común: “juntos lo combatiremos”, implican. Pero tal consenso es efímero: en la tercera fase, la de la explotación de la catástrofe, los políticos volverán a despellejarse mutuamente utilizando las nuevas armas que les ha proporcionado esta calamidad. Nada nuevo bajo el sol.

Pero en fin, ya empieza el cole, y con él la actividad política vuelve a acaparar titulares, aunque presenten escasas variaciones. El president Illa viaja a Bruselas a rendir pleitesía al prófugo que maneja los hilos de la legislatura; la Hacienda estatal tiene la generosidad de condonar la deuda pública a las comunidades, siempre pensando en el bienestar de los contribuyentes, aunque individualmente no les perdone ni la calderilla; el presidente riojano anuncia que, aunque la quita que asignan a nuestra comunidad no sea justa, tampoco le van a hacer ascos. En el plano internacional, Trump sigue mereciendo las críticas de la parte del mundo que no es America (USA) first, Gaza sigue siendo el escenario de un genocidio, Putin sigue bombardeando Ucrania, al tiempo que se fotografía con Xin Jinping marcando paquete militarista junto al sonriente tirano norcoreano. Y, de vuelta a casa, Pedro sigue pensando que, si se imputa a su mujer, a su hermano, sus ministros, sus jefes de gabinete, su fiscal…, la culpa es de Franco, o de la ultraderecha, o de los jueces que “hacen política”, como si Pedro hiciera alguna vez otra cosa. Nada nuevo bajo el sol.

Por cierto, a propósito de lo anterior, paseando por las calles de nuestro querido Logroño, recién empapelado con nuevos carteles que evidencian la vuelta a la actividad ciudadana, uno de ellos me deslumbró momentáneamente, acaso a causa de la presbicia. Así, por efecto del tamaño de letra, creí leer: “Ábalos. Jornada de puertas abiertas”. Cáspita, exclamé. Pero luego me ajusté las gafas y comprendí que se trataba de otra cosa. Vaya despiste. Pues eso, niños y mayores, feliz vuelta al cole.


Aparecido en La Rioja, 5 de septiembre de 2025. Ver todas las columnas.

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