Una de las noticias que ha calentado el final del verano en mi ciudad (Logroño) es la polémica por la prohibición de llevar las cabezas cubiertas en algunos institutos de secundaria, algo que afecta por igual a las gorras de rapero, a los siniestros hoodies, y a los velos islámicos, si bien la atención ha recaído más en estos últimos. Una alumna del I.B. Sagasta ha visto peligrar su permanencia en el instituto si no acataba la norma, y esto ha provocado diversas reacciones. Entre ellas, pocos días después de publicarse la noticia se congregó un puñado de compañeros solidarios durante el segundo recreo para manifestarse contra la medida en nombre de las libertades. El portavoz estudiantil, miembro del Consejo Escolar, leyó en un comunicado: “consideramos que es una medida que atenta contra los derechos fundamentales a la educación y a la expresión religiosa”.
Es encomiable que los compañeros de la chica den la cara por
ella, con o sin el apoyo de los dos diputados regionales de IU que pasaban por allí
durante el segundo recreo, una coincidencia providencial. Pero la duda que me
entra es si se trata de un retroceso en los derechos fundamentales, tal como
clamaban los manifestantes y muchos de los opinólogos
que se han manifestado en los medios locales al respecto. Por un lado, es lógico que un
instituto establezca unas normas mínimas sobre indumentaria, basadas en el
respeto mutuo que debe haber entre seres humanos que han de convivir en un
espacio común; pero creo que no está ahí la clave. Tampoco en la cuestión de si
se puede o no permitir que los estudiantes lleven símbolos religiosos explícitos al aula, pues en principio no
deberían ofender ni molestar a los demás.
Para mí, la clave del debate es el grado de voluntariedad
que implica llevar un velo para las jóvenes afectadas. ¿De verdad se trata de una manifestación de su identidad, y, lo que es más importante, pueden optar libremente por llevarlo o no en sus
entornos familiares y sociales? Y, en caso contrario, ¿qué tolerancia deberían
mostrar las instituciones públicas de un país que se precia de sus logros en
materia de igualdad de género? En este debate los analistas deberían
profundizar en el significado del velo en la cultura islámica, algo que queda
bien claro en los países donde esta es dominante. Por ejemplo, en la república
islámica de Irán, todas las mujeres a partir de los nueve años están obligadas
a llevar velo y ropa holgada, y su atuendo ha de ajustarse a la estricta
normativa que vigila la policía de la moral por las calles. Las mujeres
necesitan el permiso de sus maridos para viajar, sacar el pasaporte, salir del
país, aceptar un trabajo… su testimonio en los tribunales vale la mitad que el
de los hombres, reciben la mitad de la herencia, etc. Y si nos vamos a
Afganistán, la cosa empeora exponencialmente. ¿Acaso se someten ellas
voluntariamente a esta condición? ¿O lo hacen como expresión de un derecho
fundamental, o incluso de fe?
Por mi parte, no alcanzo a entender por qué el
Misericordioso dispone que algunas de sus hijas se muestren toda su vida con la cabeza cubierta, mientras
que otras (acaso menos devotas) llevan tanga topless en la playa. Pero hay
tantas cosas que no entiendo que esta sería una gota más en el océano.
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