A VER CUÁNDO QUEDAMOS
Sería todo un acontecimiento planetario concertar un encuentro contigo y disfrutar de tu compañía, tu simpatía y buen humor, además de ponernos al día después de tanto tiempo. De verdad, te aseguro que me encantaría.
El único problema es que estas ganas de profundizar en nuestra cordial relación (o, ¿por qué no?, genuina amistad) no son lo suficientemente intensas como para moverme a concretar una fecha. Es más, prefiero que esta gozosa posibilidad permanezca en el ámbito de lo atemporal, y opto por relegarla a un futuro indefinido, que vete tú a saber si algún día se materializará. Intuyo, además, que por tu parte tampoco hay demasiadas expectativas de que se cumpla la amenaza, algo que de algún modo justifica mi inacción.
Pero, hasta entonces, cada vez que nos encontremos en la calle, en el bus, en el super… nuestra mutua cordialidad nos reafirmará en la autenticidad de tal deseo, y a ninguno nos molestará volver a conjugar el “a ver cuándo quedamos”.
La expresión, por cierto, admite otras variantes, como puede ser “Nos llamamos”, si bien esta acerca un poco más la improbable probabilidad (aunque no demasiado, que conste). Y, como posible respuesta, plenamente homologada en el contexto del posibilismo pasivo, siempre nos quedará la inestimable frase, tan santanderina, que sucintamente responde: “Si eso, ya”.
Comentarios
Publicar un comentario