Este pasado jueves 5 de diciembre cumplimos 24 años de voluntariado. Me refiero a Ayuda Social Universitaria de La Rioja (ASUR), la asociación sin ánimo de lucro fundada en el entorno de la universidad riojana, por la que han pasado más de dos mil estudiantes en el último cuarto de siglo.
Fundé ASUR en el otoño de 1995 en compañía de un amigo que entonces estudiaba último curso de empresariales. Desde este primer curso 1995-96 formamos varios grupos de voluntarios con un coordinador cada uno, que desempeñaban diversas labores altruistas en entidades o asociaciones que requerían voluntariado.
Desde entonces la llama no ha dejado de arder, y centenares, incluso miles de estudiantes de la Universidad La Rioja, se han prestado a dedicar desininteresadamente un tiempo a la semana a personas que lo necesitan.
Contemplar durante todos estos años cómo sigue habiendo jóvenes que dedican muchas horas a ayudar a los demás ha sido y es para mí lo más edificante que ha pasado por mi vista. Una buena acción siempre mejora un poco el mundo, aunque no lo veamos. Pero en ocasiones incluso se llega a ver. Ya se dan casos de voluntarias que colaboran con ASUR en el mismo programa (apoyo escolar a infancia con dificultades educativas) del que fueron beneficiarias de niñas. Ahora les toca a ellas dar de lo que han recibido.
En 1995 la Universidad de La Rioja era una institución joven, con solo tres años de vida autónoma, faltaban muchos cimientos que asentar. Los fundadores de ASUR pensábamos que así estábamos aportando un valor indispensable para el sano crecimiento de la joven universidad. Ha pasado casi medio siglo, y aún sigue sin haber una gestión institucional del voluntariado universitario. En fin, mientras no la haya, seguiremos en la brecha. Mientras el cuerpo aguante, vamos.
Fundé ASUR en el otoño de 1995 en compañía de un amigo que entonces estudiaba último curso de empresariales. Desde este primer curso 1995-96 formamos varios grupos de voluntarios con un coordinador cada uno, que desempeñaban diversas labores altruistas en entidades o asociaciones que requerían voluntariado.
Desde entonces la llama no ha dejado de arder, y centenares, incluso miles de estudiantes de la Universidad La Rioja, se han prestado a dedicar desininteresadamente un tiempo a la semana a personas que lo necesitan.
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Con los voluntarios de 2018-19 |
Contemplar durante todos estos años cómo sigue habiendo jóvenes que dedican muchas horas a ayudar a los demás ha sido y es para mí lo más edificante que ha pasado por mi vista. Una buena acción siempre mejora un poco el mundo, aunque no lo veamos. Pero en ocasiones incluso se llega a ver. Ya se dan casos de voluntarias que colaboran con ASUR en el mismo programa (apoyo escolar a infancia con dificultades educativas) del que fueron beneficiarias de niñas. Ahora les toca a ellas dar de lo que han recibido.
En 1995 la Universidad de La Rioja era una institución joven, con solo tres años de vida autónoma, faltaban muchos cimientos que asentar. Los fundadores de ASUR pensábamos que así estábamos aportando un valor indispensable para el sano crecimiento de la joven universidad. Ha pasado casi medio siglo, y aún sigue sin haber una gestión institucional del voluntariado universitario. En fin, mientras no la haya, seguiremos en la brecha. Mientras el cuerpo aguante, vamos.
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