En esta tarde de Epifanía me preparo para la vuelta al cole de mañana. Os prometo que no será muy traumática esta vez. A pesar de lo que puedan pensar mis vecinos, no he gozado de dos semanas de relajado rascamiento ventricular. Al contrario, las tardes de Nochebuena y Nochevieja (entre otras) son testigos que me han visto enfrascado en múltiples deberes "vacacionales": además de la corrección de trabajos de alumnos, compagino la escritura de un artículo sobre la primera novela de Evelyn Waugh ambientada en la Segunda Guerra Mundial, con la de una ponencia que presentaré dentro de breves días en la Ciudad Condal, en un original congreso sobre "Sherlock Holmes en Barcelona".
El artículo sobre Waugh trata de Put Out More Flags, la última novela waughiana que traduje (bajo el título de Izad más banderas). En concreto, analizo la anticipación de la derrota que late entre sus páginas, como parte de un proyecto más amplio que estudia novelas de guerra en inglés desde una perspectiva similar, el grado en el que los diferentes autores anglófonos sienten que el desenlace de la guerra va a resultar desastroso, incluso en el supuesto de victoria. Si todo va bien, se publicará en 2019 en un volumen firmado por varios autores bajo el título de "The Spectre of Defeat" (El espectro de la derrota).
Por supuesto, no todos mis escritos académicos versan sobre Waugh (puedes ver algunos títulos aquí o acá) pero no cabe duda de que es el autor objeto de mi especialización desde hace muchos años. Por eso, en esta tarde de Epifanía preparándome para la vuelta al cole, me ha vuelto a venir a la mente su entrada de diario del 6 de enero de 1945, mientras permanecía destinado como capitán en Dubrovnik, en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial:
El artículo sobre Waugh trata de Put Out More Flags, la última novela waughiana que traduje (bajo el título de Izad más banderas). En concreto, analizo la anticipación de la derrota que late entre sus páginas, como parte de un proyecto más amplio que estudia novelas de guerra en inglés desde una perspectiva similar, el grado en el que los diferentes autores anglófonos sienten que el desenlace de la guerra va a resultar desastroso, incluso en el supuesto de victoria. Si todo va bien, se publicará en 2019 en un volumen firmado por varios autores bajo el título de "The Spectre of Defeat" (El espectro de la derrota).
Por supuesto, no todos mis escritos académicos versan sobre Waugh (puedes ver algunos títulos aquí o acá) pero no cabe duda de que es el autor objeto de mi especialización desde hace muchos años. Por eso, en esta tarde de Epifanía preparándome para la vuelta al cole, me ha vuelto a venir a la mente su entrada de diario del 6 de enero de 1945, mientras permanecía destinado como capitán en Dubrovnik, en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial:
Nunca
antes había considerado hasta qué punto la Epifanía es la fiesta
de los artistas: doce días tarde, después de san José y los ángeles y
los pastores e incluso de la mula y el buey, llega la exótica caravana
con sus pajes negros y plumas de avestruz, convocada allí por la erudición
y la especulación; han tenido un largo viaje por el desierto, los
espléndidos regalos se han echado a perder por el camino y ya no tienen el
esplendor de cuando se empacaron en Babilonia; han cometido los
errores más desastrosos –incluso preguntaron el camino a Herodes y
provocaron la masacre de los Inocentes– pero al final consiguen llegar a
Belén y sus regalos son aceptados, regalos proféticos que se abren
camino en el lenguaje de la Iglesia en diversos lugares. Es una alegoría
muy completa. (The Diaries of Evelyn Waugh, p. 606, mi traducción)
No me suena que los Magos hayan sido nunca considerados patrones de los artistas, aunque otro grande de las letras inglesas, James Joyce, empleó el término "epifanía" como sinónimo de revelación artística. Tampoco había considerado, antes de leerlo aquí, que llegaran tarde, y menos doce días tan precisos (por supuesto, Waugh cambia de plano y se refiere a días litúrgicos). T.S. Eliot también dedicó un famoso poema a los Magos, y el narrador (uno de ellos) declara que llegaron al atardecer, "not a moment too soon". ¿Cometieron errores tan desastrosos? En cualquier caso, lo bonito es que sus regalos fueron aceptados. En efecto, es una alegoría muy completa.
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