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San Puigdemont y compañeros mártires



Por esta vez trataré aquí de algo de lo que todo el mundo está hablando: el independentismo catalán. Hoy es el día para hacerlo, acaso un poco más que en los trescientos sesenta y cinco de cada uno de los últimos años.
            Tal como lo veo, la estrategia de Puigdemont y compañeros pel sí cuenta con el tiempo a su favor. En realidad, pueden esperar todo lo que haga falta. Ciertos puntos débiles de la Constitución, las concesiones políticas al independentismo oportunista, y el adoctrinamiento cultural y escolar han propiciado que el número de catalanes partidarios de la secesión haya crecido sensiblemente hasta la fecha. Aún no creo que lleguen a la mitad, pero no debe de faltar mucho. Ahora Puigdemont & Cía. necesitan un revulsivo para generar una conciencia mayor aún de distancia entre España y Catalunya, y este es la represión policial. Si las fuerzas del orden –con razón o sin ella, da igual– dejan alguna nariz ensangrentada o hueso roto en alguno de los más osados activistas del separatismo, este se apoyará en tales imágenes hasta la extenuación para gritar a los cuatro vientos que la situación de avasallamiento es vejatoria e insostenible, que la pobre ciudadanía catalana, que tan solo desea expresarse con libertad, es objeto de la más ignominiosa represión por parte del estado español abosolutista, etcétera etcétera…
            Los partidos de oposición, que supuestamente apoyan la firmeza del estado, no podrán resistir la tentación de aprovechar la tensión para culpar al ejecutivo de Rajoy (recordemos que su principal proyecto es “echar a Rajoy”), o al menos para repartir la culpa del desaguisado entre unos y otros a partes iguales, o casi. De este modo, irá creciendo el sentimiento de culpa por el maltrato a la ciudadanía catalana entre quienes hasta ahora tenían clara la indisolubilidad de España. Así, aunque un día como hoy no gane el independentismo catalán, el martirio abonará el campo para que crezcan los partidarios en un futuro no lejano.

            En este estado de cosas, cuando en posteriores legislaturas se desaloje al PP y suba al poder un partido que necesite apoyos de grupos que promueven o toleran el separatismo, el referéndum se admitirá, y entonces es probable que la cifra de los independentistas sobrepase la mitad de los catalanes, y en ese caso, como en el referéndum del Brexit, no habrá más remedio que “respetar la voluntad mayoritaria” y proceder a la desconexión. Y cuando esto se lleve a cabo, vendrá el turno de otros territorios antaño españoles, y entonces…
            En definitiva, Puigdemont & Cía. juegan con el tiempo a su favor, y están resueltos a buscar el “martirio”, no para alcanzar la palma celestial, sino la estelada republicana. Mientras, pienso que Rajoy o Felipe VI, como representantes del país, deberían esforzarse más y encontrar espacios para dirigirse directamente al pueblo catalán (no a sus intermediarios) y transmitir un cálido mensaje de acogida, para recordarles con convencimiento que los catalanes son españoles, que España los quiere y los necesita. No es que sea el remedio definitivo a esta crisis, pero no vendría mal.

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