Con ocasión de un amistoso debate en el chat de la reciente Asociación Riojana de Escritores, he tenido oportunidad de volver a reflexionar sobre el fenómeno de las antologías literarias, un tema controvertido para todos los amantes de la cáscara de lo literario. Seguro que me inspirará para alguna entrada más de este blog, pero en la de hoy quisiera recordar, a propósito de un comentario sobre la ausencia de antologías de narradores riojanos, que al menos existe una de tales que data de 2005, un número especial (¡triple!) de Fábula subtitulado así: “Antología de narrativa en La Rioja”.
Los antólogos fuimos Eugenio Sáenz de Santa María y el que esto escribe. Por supuesto, toda antología es incompleta y parcial, pero al menos puedo asegurar que no nos centramos ni en nuestros amiguetes ni en posibles prestadores de favores. Al contrario, incluso invité a algunos que, si no llamaría enemigos (solo considero como tales al mundo, al demonio y a la agencia tributaria), no eran demasiado afines a mi persona. Establecimos el criterio de solicitar un texto narrativo a autores riojanos (de nacimiento o adopción) que ya tuvieran cierta trayectoria en publicaciones de este género, y extendimos bastantes redes (antes de la era de las RRSS) para localizar algunos que solo conocíamos de nombre.
En definitiva, si bien es imposible que fuéramos objetivos, sí que procuramos ser ecuánimes y honestos con nuestro plantel de seleccionados. Así, en esta antología compartimos páginas con Begoña Abad, Javier Alonso , Rafael Azcona, Javier Bañares, Antonio de Benito , Fernando Benito , Javier Casis, Juan Carlos Chandro, Alonso Chávarri, Antonio Cillero, Tina Díaz Azcona, Marcelino Izquierdo, Javier Jiménez López , Jose María Lánder, Luis Martínez de Mingo, Francisco Páez de la Cadena, Luis Sáez Gamarra, Fernando Sáez Aldana, Bernardo Sánchez , Carmen Tejada, y Jesús Ángel Teso, todos ellos autores de valía.
Obviamente, si tuviéramos que elaborar otra antología similar 14 años después, se deberían añadir varios nombres más (Andrés Pascual aún no había irrumpido en el mercado), y quizá excluir a otros que no siguen demasiado activos. En estos tres lustros ha habido una auténtica explosión de narradores en La Rioja, quizá amparados en la mayor accesibilidad de la autoedición, aunque a veces sea difícil separar el trigo de la paja.
Nuestra antología, ciertamente, tuvo una repercusión limitada en su momento; tampoco ahora dominamos las claves de la comunicación mediática que nos permitan reforzar la promoción de nuestras publicaciones. Pero si algún día un estudioso serio pretendiera elaborar una historia literaria honesta y documentada de la narrativa en La Rioja a principios del siglo XXI, sin duda debería tenerla en cuenta.
Los antólogos fuimos Eugenio Sáenz de Santa María y el que esto escribe. Por supuesto, toda antología es incompleta y parcial, pero al menos puedo asegurar que no nos centramos ni en nuestros amiguetes ni en posibles prestadores de favores. Al contrario, incluso invité a algunos que, si no llamaría enemigos (solo considero como tales al mundo, al demonio y a la agencia tributaria), no eran demasiado afines a mi persona. Establecimos el criterio de solicitar un texto narrativo a autores riojanos (de nacimiento o adopción) que ya tuvieran cierta trayectoria en publicaciones de este género, y extendimos bastantes redes (antes de la era de las RRSS) para localizar algunos que solo conocíamos de nombre.
En definitiva, si bien es imposible que fuéramos objetivos, sí que procuramos ser ecuánimes y honestos con nuestro plantel de seleccionados. Así, en esta antología compartimos páginas con Begoña Abad, Javier Alonso , Rafael Azcona, Javier Bañares, Antonio de Benito , Fernando Benito , Javier Casis, Juan Carlos Chandro, Alonso Chávarri, Antonio Cillero, Tina Díaz Azcona, Marcelino Izquierdo, Javier Jiménez López , Jose María Lánder, Luis Martínez de Mingo, Francisco Páez de la Cadena, Luis Sáez Gamarra, Fernando Sáez Aldana, Bernardo Sánchez , Carmen Tejada, y Jesús Ángel Teso, todos ellos autores de valía.
Obviamente, si tuviéramos que elaborar otra antología similar 14 años después, se deberían añadir varios nombres más (Andrés Pascual aún no había irrumpido en el mercado), y quizá excluir a otros que no siguen demasiado activos. En estos tres lustros ha habido una auténtica explosión de narradores en La Rioja, quizá amparados en la mayor accesibilidad de la autoedición, aunque a veces sea difícil separar el trigo de la paja.
Nuestra antología, ciertamente, tuvo una repercusión limitada en su momento; tampoco ahora dominamos las claves de la comunicación mediática que nos permitan reforzar la promoción de nuestras publicaciones. Pero si algún día un estudioso serio pretendiera elaborar una historia literaria honesta y documentada de la narrativa en La Rioja a principios del siglo XXI, sin duda debería tenerla en cuenta.
Comentarios
Publicar un comentario