En alguna entrada del pasado he abogado por la implantación, a nivel universal si se puede, de un día al año de apagón informativo sobre asuntos de política. Un día en el que ningún medio reproduzca las recurrentes declaraciones de nuestros líderes de uno u otro pelo, que, a pesar de ser repeticiones con escasas o nulas variaciones, acaparan portadas y titulares.
Mi propuesta se contentaría, de momento, con un día al año, aunque no desdeñarīa que fuera aumentando con el tiempo. Tampoco pasaría nada si el Día sin Política (DSP) se extendiera también al Día sin Fútbol (DSF), deporte no solo 'rey' sino más bien tirano en su inmoderada acaparación de atención. Imagínense la cantidad de noticias sobre ciencia, cultura, literatura, arte, etcétera que cabrían en los medios durante ese bendito DSP (y DSF).
En fin, de momento, esto es tan solo wishful thinking, acaso una impotente protesta ante la capacidad que tienen los medios de imponer una selección interesada de los asuntos que nos tienen que preocupar, añadiendo, si cabe, el enfoque correcto y el sano posicionamiento.
Pero, en esta línea, lo que me parece el colmo de la imposición temática inane en España ocurre de modo eminente en estos días de principios de julio. En concreto, me refiero a los titulares sobre los encierros de los sanfermines. Que en la jerarquía de noticias de prensa, radio y televisión ocupen esta semana un primer lugar las carreras ante los toros bravos, y las inevitables cornadas que esto conlleva, hace que se tambalee mi ya débil fe en la relevancia del modelo informativo que se nos propone o impone.
Cuántas violaciones de derechos humanos en el tercer (o primer) mundo, cuántas amenazas a la paz y a la libertad a nivel internacional, cuántos logros de personas individuales qué dan un paso anónimo hacia el progreso, etcétera, quedan eclipsados ante el parte diario de accidentes previsibles y provocados acaecidos en cada encierro matutino.
No digo yo que no se hable de esta fiesta, por lo que pueda tener de tradición y de fomento del turismo. Pero de eso a despertarnos o desayunarnos cada día de la semana con el bendito parte, hay un abismo. Es cuestión de prioridades.
Mi propuesta se contentaría, de momento, con un día al año, aunque no desdeñarīa que fuera aumentando con el tiempo. Tampoco pasaría nada si el Día sin Política (DSP) se extendiera también al Día sin Fútbol (DSF), deporte no solo 'rey' sino más bien tirano en su inmoderada acaparación de atención. Imagínense la cantidad de noticias sobre ciencia, cultura, literatura, arte, etcétera que cabrían en los medios durante ese bendito DSP (y DSF).
En fin, de momento, esto es tan solo wishful thinking, acaso una impotente protesta ante la capacidad que tienen los medios de imponer una selección interesada de los asuntos que nos tienen que preocupar, añadiendo, si cabe, el enfoque correcto y el sano posicionamiento.
Pero, en esta línea, lo que me parece el colmo de la imposición temática inane en España ocurre de modo eminente en estos días de principios de julio. En concreto, me refiero a los titulares sobre los encierros de los sanfermines. Que en la jerarquía de noticias de prensa, radio y televisión ocupen esta semana un primer lugar las carreras ante los toros bravos, y las inevitables cornadas que esto conlleva, hace que se tambalee mi ya débil fe en la relevancia del modelo informativo que se nos propone o impone.
Cuántas violaciones de derechos humanos en el tercer (o primer) mundo, cuántas amenazas a la paz y a la libertad a nivel internacional, cuántos logros de personas individuales qué dan un paso anónimo hacia el progreso, etcétera, quedan eclipsados ante el parte diario de accidentes previsibles y provocados acaecidos en cada encierro matutino.
No digo yo que no se hable de esta fiesta, por lo que pueda tener de tradición y de fomento del turismo. Pero de eso a despertarnos o desayunarnos cada día de la semana con el bendito parte, hay un abismo. Es cuestión de prioridades.
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