Estos días pasados hemos lamentado el fallecimiento de Francisco,
un líder espiritual, que procuraba moverse en ese terreno intermedio de la conciliación
(consenso, concilio, concordia…). Y, como tal, era susceptible de recibir
críticas de los diversos frentes en pie de guerra. Posteriormente hemos
aguardado con esperanza el nombramiento de su sucesor, un proceso que ha
trascendido el ámbito católico, tal como ha revelado el enorme interés
despertado y la exhaustiva cobertura informativa. Incluso ha sido curioso
escuchar o leer a comentaristas, que se declaraban ajenos o incluso
refractarios a la fe cristiana, sentando cátedra (infalible o no) sobre qué
perfil debería tener el nuevo papa o qué reformas debería acometer para que
cumpliera las expectativas en él depositadas. Algo así como si el CEO de la BMW
diera consejos a la Mercedes-Benz sobre cómo expandir el mercado. Pero,
bienvenida sea tal aportación. A donde quiero ir a parar es a la esperanzadora
constatación de que el nuevo papa, Robert Prevost (Martínez, no olvidemos),
reúne también un perfil conciliador: un teólogo con sólida formación
intelectual, y un pastor preocupado por las ovejas, empezando por las más
necesitadas. Como Jesús, que tampoco era excluyente: ¿Dios, u hombre? Pues los
dos. Larga vida a León XIV, y que su capacidad de conciliación dé muchos
frutos.
En otro orden de cosas, aunque dentro del tema que nos
ocupa, otra reciente noticia edificante es que en Alemania se haya formado un
gobierno de coalición entre conservadores y socialdemócratas, entre Merz y
Klingbeil. No es la primera vez que se logra consenso, y, aunque los vaivenes
de la política nunca concedan seguridades absolutas de futuro, es ejemplar que
dos partidos mayoritarios que se mueven a ambos lados del centro hayan sido
capaces de aparcar sus diferencias y ponerse a trabajar juntos. ¿Alguna vez
veremos un milagro similar en la vida política española, o tendremos que
acostumbrarnos a las interminables peleas de garrotazos que inmortalizó Goya? Porque
aquí, aunque sea imposible aprobar presupuestos, o abordar los problemas que
realmente importan y tomar medidas constructivas en beneficio de la ciudadanía,
el principio es “antes morir que conciliar”. En fin, parafraseando a Melody, “como
los gorilas (uh uh uh) vamos caminando”. Le deseo mucha suerte mañana en
Eurovisión, siguiendo los pasos de Nemo. Le va a hacer falta.
Aparecido en La Rioja, 16 de mayo 2025. Ver todas las columnas.
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