Cuando te dedicas a la docencia universitaria, es habitual tener que ejercitar un poco la paciencia cuando, en torno a finales de mayo, los vecinos te preguntan si ya estás de vacaciones, o incluso los más categóricos directamente lo dan por supuesto (y acaso con algunos colegas no vayan muy descaminados). Con todo, yo las he iniciado el 1 de agosto. Mis cometidos en el Campus Valle de la Lengua, y sobre todo, en la implantación y arranque del máster en Escritura Creativa, me han mantenido con los cinco sentidos hasta el último momento, y no descarto que en estos días siga dedicándole algo de atención.
Lo que no quita para que haya empezado con el mejor pie las vacaciones,
y que tenga unas razonables expectativas de dedicar más tiempo a familia y
amigos, a leer, a nadar, a la espiritualidad, y, especialmente, a escribir.
Estoy ya centrado en mi sexta novela (sí, mi quinta permanece inédita, a pesar
de que pensaba que me la quitarían de las manos), y espero darle un impulso en
este mes de agosto con una dedicación de la que no dispongo el resto del año.
No, aún no os voy a contar de qué va, dejadme ser un poco supersticioso.
Pero hablando de agosto literario (no clandestino), aprovecho esta entrada para
invitaros a mi lectura de poemas del próximo miércoles en la Biblioteca Central
de Cantabria. En la imagen tenéis los datos. Me acompaña José Mier, un poeta como
la copa de un pino que apenas se ha dado a conocer aún como tal. Seguro que será
un descubrimiento para quienes podáis asistir. Al fin ya al cabo, a mí ya me tenéis
muy visto (o leído). Espero.
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