Es natural que a los ciudadanos honrados nos repugne tanto la corrupción. Si algo caracteriza las democracias occidentales es que resultan bastante caras al bolsillo del contribuyente, y ya que pagamos tantos impuestos para que las instituciones funcionen y nuestros representantes nos representen, es escandaloso que algunos listillos aprovechen la confianza que hemos depositado en ellos, o en quienes los han nombrado, para enriquecerse a nuestra costa. Pero el ser humano sigue teniendo su lado oscuro, y lo que es peor, en no pocas ocasiones sigue dejándose arrastrar por este. Por eso, me atrevo a proponer unas pocas medidas que espero ayuden a gobernantes en su sincera lucha para erradicar la corrupción. La primera, si alguna persona cercana al partido en el poder (incluyendo cercanía íntima) es acusada de corrupción, la primera medida debe ser demostrar que tales acusaciones son infames bulos o fakes de la rivalidad opositora o de la prensa sensacionalista (valga la redundancia). Cu...
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