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Vergüenza patria

Kelly es un amigo norteamericano que siente una incurable fascinación por España y lo español. Ha visitado nuestro país decenas de veces, ha pateado rincones de los que yo nunca había oído, y, en un esfuerzo ímprobo por entender mejor nuestro país, ha escrito dos novelas históricas de una trilogía que propone explicar nuestra sociedad desde los años 1920 hasta la Transición. Y, aunque Kelly nunca se había dedicado a esto de la novela, he de admitir que lo hace realmente bien.

Hace unos días conversaba con él por teléfono, y con esa franqueza y falta de tapujos tan yanqui que le caracteriza, me espetó sin más aviso: “¿Por qué los españoles os avergonzáis tanto de vuestro país, de vuestra historia?” Ante mi estupor, me glosó un poco más la pregunta: “España como país ha protagonizado gestas memorables, ha dado al mundo figuras insignes --descubridores, poetas, artistas, santos, fundadores…--, durante ciertos periodos ha ejercido una influencia internacional irremplazable. Un Cervantes es el padre de la novela universal, y un Ignacio de Loyola fundó la orden que ha educado a un elevado porcentaje de los norteamericanos más influyentes. Entonces, ¿por qué los españoles tenéis un concepto tan derrotista de vuestra historia? ¿Por qué os avergonzáis tanto de vuestro pasado, y de vuestro presente? ¿Por qué, para vosotros, ondear vuestra bandera nacional es cosa de fachas?”

Reconozco que su franqueza me cogió desprevenido, pero eran preguntas que ya me había hecho antes. En ocasiones la visión de alguien de fuera ayuda a recolocar las ideas. Como explicación me remonté al concepto de declive de los noventayochistas, al “me duele España” unamuniano, al profundo sentimiento de tensión y división que estalló en la sangrienta contienda fratricida, aun no cicatrizada. La voz de Kelly se ensombreció. También la mía. ¿Conseguiremos los españoles en un futuro cercano superar este complejo de inferioridad?

Unos días después de esta conversación, la prensa confirmó que, con la nueva ley de Educación, los jóvenes estudiarán en Bachillerato una historia de España solo a partir del siglo XIX. Salvo que se lo preparen por su cuenta (algo un tanto inusitado en nuestros adolescentes, tan ocupados con sus móviles), la noción histórica de la mayoría de nuestros jóvenes se alejará del recuerdo de un imperio que descubrió el océano más importante del planeta y dominó tres, y se acercará a los tiempos en que éramos invadidos por Francia, perdíamos colonias, pasábamos a no pintar nada en el mapa internacional, nos enzarzábamos en contiendas internas, y acabábamos matándonos con saña. ¿Ayudará a mejorar nuestra autoestima? Se aceptan apuestas.


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