El pasado jueves impartí una charla online en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla para cerrar un ciclo de conferencias dedicado a la traducción. Esta invitación me hizo volver a desempolvar una faceta que tengo un tanto postergada, la de traductor. Entre 2008 y 2012 me mantuve bastante activo en este frente: había sacado mi primera traducción, Hombres en armas (2003), el poema “The Pilgrim to Compostella” de Robert Southey en Viajeros y peregrinos en el camino de Santiago riojano (IER, 2004), y a partir de ese año trabajé duro en Neutralia (Menoscuarto, 2009), Oficiales y caballeros (Cátedra, 2010), Vagabundo en París y Londres (Menoscuarto, 2010), Rendición incondicional (Cátedra, 2011, con Gabriel Insausti) y finalmente Izad más banderas (RBA, 2012). Pero desde este libro no he vuelto a traducir, y de verdad que lo echo de menos.
No es cuestión de que haya colgado los diccionarios; la culpa (por decirlo de alguna forma) la tienen otros proyectos en los que me he embarcado, que en lo académico se concretan en los libros In the Picture (2014), From Victorianism to the Second World War (2019), y, sobre todo, el maratón que acabó siendo Viajes con mi cura: Las andanzas de Graham Greene por España y Portugal (2020). En estos momentos tengo entre manos una edición crítica de la crónica de un general irlandés que vino a España a luchar en la guerra civil española, pero esta vez la traducción no es mía. Es posible que, cuando termine este encargo de la Universidad de Salamanca, me vuelva a plantear traducir.
En cualquier caso, y como recordé el pasado jueves a la entusiasta audiencia, mi acercamiento a la traducción ha sido desde dos perspectivas, la primera de las cuales es la crítica literaria. Yo me metí a traducir a Evelyn Waugh después de una tesis doctoral y bastantes artículos sobre el autor, y mi objetivo fue elaborar una edición crítica con amplia introducción y notas explicativas. O sea, mi intención inicial no era tanto ser traductor o ejercitar la traducción, sino ofrecer al público de lengua hispana una obra fascinante que permanecía inédita en nuestro país.
Este carácter de edición crítica fue pionero en su aplicación a Waugh (creo que son las primeras ediciones de este tipo que se han hecho en el mundo sobre Waugh, y se adelantaron en muchos años al proyecto que ahora lleva a cabo Oxford University Press), y en las otras traducciones con editoriales como Menoscuarto y RBA les insistí para mantener la estructura de una pequeña introducción y algunas notas al pie, aunque por supuesto de mucha menor extensión que en las ediciones de Cátedra.
Luego, una vez entrado en harina, descubrí la otra perspectiva que vincula la traducción con la creación literaria. Descubrí que traducir es reescribir el libro que siempre te hubiera gustado haber escrito; y que es un excelente ejercicio de escritura creativa en el que te despreocupas de decisiones sobre personajes, trama, estructura, tiempo, perspectiva, etc. y te concentras solo en el estilo. Y descubres que el estilo solo no es en absoluto moco de pavo. Y mucho menos en el caso de Waugh, que es aclamado, incluso por sus detractores, como un maestro de estilo en inglés.
Luego vienen los diccionarios, sin ningún complejo, y los glosarios, y la documentación, y más documentación, y preguntar dudas a especialistas, o pasarte por tiendas de chimeneas para preguntar cómo se llama en castellano esto que los ingleses llaman “club fender”, por ejemplo. Y leer con detalle las traducciones anteriores, cuando las haya, y respetar profundamente lo que otros han hecho antes, aunque creas que lo puedes mejorar (para eso haces otra traducción). Y, en cualquier caso, ser consciente de que, a diferencia del texto original, el traducido es temporal y mejorable, bien porque se te pueden haber escapado detalles, bien porque el lenguaje evoluciona y hace falta una versión más inteligible a las nuevas promociones de lectores. En fin, todo eso y más salió en la charla del jueves. Agradezco mucho a los promotores del ciclo (a María Losada, en particular) que me hayan dado la excusa para volver a recrear esta faceta que un día cercano pretendo retomar.
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