Parafraseando los versos acaso más cenizos de un género supuestamente alegre como el del villancico, “el 2019 se va, tururú, y no volverá más”. Esta noche muchos se emborracharån o se atragantarán por una “buena causa”, el deseo de que 2020 sea algo mejor que 2019, signifique eso lo que sea. En realidad, la agrupación de secuencias de amaneceres y anocheceres en conjuntos de 365 (uno más este año) no tiene por qué presentar una necesaria unidad de funcionamiento. En este 2020 disfrutaremos, nos aburriremos, y también sufriremos, mucho o poco, y el numeral no tendrá demasiado que ver con la proporción de cada categoría. Más que la manida y problemática ‘prosperidad’ que se desea para cada nuevo año, habría que desear a nuestros allegados la virtud o capacidad de vivir el presente, de enraizarse en el hoy y ahora, y dar gracias por la vida y por el ser. Por el ser en este momento. En cualquier caso, no quiero dejar pasar la oportunidad para agradecer a mis amigos, lectores y voyeurs ...
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