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... ESTOS INGLESES.


Recientemente regresé de una estancia de un mes en Brighton, Inglaterra, y hoy quería compartir con vosotros unas impresiones subjetivas y deslavazadas de mis días por esas latitudes.
          Como sabía un personaje de mi novela Mientras ella sea clara, Inglaterra sigue siendo un buen país para vivir solo. El respeto a la intimidad y a la individualidad sigue estando muy presente. Por otro lado, cada vez me convence menos el estereotipo de los ingleses como personas frías y distantes. He conocido a gente muy acogedora y hospitalaria. También creo que ayuda en este sentido la llegada de nuevas generaciones provenientes de tierras más cálidas.
          Aunque sigo llevando mal que la vida urbana se recoja las 17:00, Brighton es una ciudad de enorme animación y vitalidad, mucha juventud y vida social. Es verdad que quizá no sea el lugar más representativo de Inglaterra; tampoco en el clima: ¡solo llovió en dos días de los treinta y uno!
          Observo que la comida inglesa está mejorando considerablemente, también como resultado de la creciente interculturalidad. Y tampoco me ha parecido tan cara, aunque hay mucha diferencia entre restaurantes de bandeja y los de servicio y propina. Hablando de precios, siempre he pensado que lo único gratis en el Reino Unido eran los museos, pero no es así, los hay bastante caros. Por cierto, llama la atención que una entrada de cine cueste en torno a 16 €, o que un billete de un solo viaje en metro londinense esté sobre los 6 €. Sin embargo, es digna de mención la exquisita puntualidad de los transportes. Por ejemplo, la nutrida red de autobuses urbanos de Brighton anunciaba en las paradas las llegadas de cada línea, y lo meritorio es que se cumplía al segundo.
 
Un selfie tomado en una reciente visita a Londres
        
¿De qué hablan los ingleses? Los periódicos siguen dedicando una cantidad desproporcionada de páginas a noticias amarillas o de famoseo. Los asuntos del extranjero importan comparativamente poco, salvo los que vienen de países de habla inglesa. Por supuesto el Brexit ocupó el 80% de la atención en los medios de comunicación que leí o escuché. Todos los días escuchaba largas entrevistas a políticos o analistas para comentar los últimos desarrollos, pero la verdad es que en un mes no percibí apenas cambios en los argumentos. ¡Podrían haber repetido la misma entrevista cientos de veces con diferentes voces!
          Más a pie de calle, observo que los ciudadanos mayores (65-70 para arriba) son mucho más pro-brexit que sus hijos y nietos. Todavía se escuchan discursos como: “Luchamos en dos guerras mundiales para que nadie nos diga lo que tenemos que hacer”. No es solo una cuestión de derecha-izquierda, tories versus laboristas, pero para algunos de estos el Brexit es una forma de reforzar el peligroso avance de la derecha (sea lo que sea).
          Por supuesto, las cuestiones de género también están muy presentes en los medios. En mis últimos días se avivó cierta polémica por la revisión de las leyes transgénero: se pretende que se elimine el requisito vigente de que l@s transexuales tengan que recibir un certificado médico y observar un periodo de dos años para poder registrarse con el nuevo sexo. Pero, curiosamente, la oposición más severa a esta reforma proviene de los colectivos feministas. Estos se apoyan en los casos de supuestas transgénero (el pronombre correcto hoy en día, aún en singular, es “they”) que, dotadas de atributos masculinos, ocupan espacios femeninos (duchas, vestuarios, prisiones, etc.), en los que se han dado lamentables casos de abusos y violaciones. Pero el activismo transgénero contraataca responsabilizando a las opositoras a esta reforma de los crecientes suicidios entre jóvenes transgénero. Una polémica, pues, caliente, de la que es posible que no hayan llegado muchos ecos informativos a España, ¿me equivoco?
          En fin, el Reino Unido, sigue siendo un país fascinante, con infinidad de contrastes. No tiene demasiado que ver con el que estudiamos en la literatura del siglo XIX y primera mitad del XX, pero aún tiene mucho que decirnos a los de su entorno, haya o no divorcio.

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