Ir al contenido principal

MESAS REDONDAS DISTÓPICAS



El martes 27 de febrero participé en una mesa redonda de escritores en el ”Congreso Internacional de Narrativas Distópicas: De 1984 a Los juegos del hambre”, organizado por la Universidad San Pablo CEU en Madrid. Tuve el privilegio de compartir la mesa con dos escritores de primera fila, José María Merino y Lorenzo Silva. Conocía bien a ambos, no solo como lector sino también como anfitrión. Ambos vinieron a Logroño en dos ocasiones cada uno para presentar diferentes números de Fábula, y en otras de sus muchas charlas en nuestra tierra acudí como oyente y me sumé a los respectivos comités de acompañamiento por los bares de la calle Laurel.
          De nuevo comprobé que ambos escritores son además excelentes oradores (lo segundo no está garantizado por lo primero), y sin duda su pericia oratoria se ha visto acrisolada por sus incontables participaciones como ponentes en miles de foros. Así, mientras yo llevaba seis o siete folios con anotaciones sobre el pasado y presente de las narrativas distópicas, Merino desdobló una cuartilla que apenas necesitó, y Silva irrumpió en la sala con una mano en el bolsillo y otra sujetando el chorreante paraguas (en los dos días que pasé en Madrid llovió más que en todo el año).
  
Foto: C. Prendes
       
El debate pronto se despegó de la ficción y derivó hacia el carácter distópico de nuestro presente actual: los desplazados por las guerras, el calentamiento global, la basura marina y espacial, los manejos de los grandes grupos económicos... En más de una ocasión intenté regresar a la narrativa distópica, pero no tuve mucho éxito. Mucho menos puede hablar umbralmente de mi libro Solo yo me salvo, un ejemplo de distopía y, creo, la principal razón por la que había sido invitado a este foro. Pero pronto descarté la posibilidad; no venía a cuento (nunca mejor dicho).
          Pero en fin, el mundo está mal, señor Macario, y quizá resulte superfluo imaginar un mañana agorero, pues, como diría Radio Futura, ”el futuro ya está aquí”. Las nuevas tecnologías también salieron a colación como fuentes de inquietud. Lorenzo Silva, en concreto, confesó en público las razones que le han llevado a prescindir del Twitter a raíz de las incontrolables impertinencias o groserías de algunos interlocutores (algo que me recordó un tema de mi última novela, por cierto).
          En fin, el tiempo voló durante dos horas. No arreglamos el mundo, claro, pero lo intentamos. Merino y Silva se despidieron con premura –uno, al menos, a escribir su próxima ficción–, y pronto me quedé solo en el patio de la facultad con el paraguas y los zapatos mojados. Imagino que este encuentro será para ellos uno más entre miles que han protagonizado, y quizá ya lo hayan incluso olvidado. Yo, sin embargo, no me olvidaré tan pronto. No siempre tiene uno ocasión de compartir mesa con dos eminentes escritores. Aunque, si bien es verdad, ni siquiera en los tiempos del rey Arturo las mesas redondas eran completamente igualitarias.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¡CATEDRÁTICO!

Muchos me habéis preguntado por ese enigmático toro que iba a lidiar el pasado lunes. Pues bien, se trataba de la prueba del concurso público a catedrático de universidad. Y sí, la pasé con éxito. ¡Alégrate conmigo! Quienes no estéis muy familiarizados con estos procesos quizá os confunda un poco que en la entrada de 24 junio 2022 anunciaba la obtención de la acreditación de catedrático a nivel nacional. Este era el primer paso, quizá el más importante, una condición sine qua non . Pero luego una universidad española debe convocar concurso, y uno debe presentarse, preparar las pruebas y obtener la plaza. Así que lo que ahora celebro es haber llegado al final de este camino. El primer ejercicio de la prueba consistía en defender el propio historial académico, docente e investigador. Hablar de sí no suele resultar muy arduo a un profesor universitario, y menos aún si es escritor. Así que, si me perdonáis que prolongue esa apologia pro vita mea con la que arranqué, compartiré aquí un

La coleta de Pablo Iglesias

Este miércoles 12 de mayo conocimos la gran noticia. Por encima de los tambores de guerra entre Israel y Palestina y los 188 muertos en la ofensiva israelí sobre Gaza; de las decenas de muertos por coronavirus aparecidos en el Ganges; de la explosión en Afganistán que dejó 85 muertos, la mayoría niñas; de la tensión en Nyamar o de los disturbios en Colombia... apareció la gran noticia que todos aguardábamos: Pablo Iglesias se ha cortado la coleta. Incluso quienes hacen de la Igualdad su ariete para derribar fortalezas y murallas acaban demostrándonos que este mundo no es igualitario. Los científicos buscando vacunas, el personal sanitario entregando sus vidas en servicio, los maestros acometiendo día a día esa labor tan ingrata y tan necesaria, los intelectuales buscando nuevas formas de entender el mundo... Incluso cualquier ciudadano normal que vaya a su trabajo o cuide de su familia... Ninguna de estas personas de mérito se gana titulares que sirvan para que la ciudadanía se inspire

Para Gema

ÚNICO “Qué suerte, ser pareja de un poeta”, te dijo aquella dama tan ajena —señorona prematura— durante la aburrida cena de un casorio. “Seguro que te ha escrito centenares de poemas amorosos, ¿a que sí?” “Pues no”, le contestaste, entre franca y divertida. Nos reímos. Nos miramos.   Pasaron las horas, volvimos a casa, y en aquella noche de silencios te aferré en mis brazos, y escribí nuestro único poema publicable.   Gracias por estos veintidós años