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UNA RECOMENDACIóN: BARUC EN EL RÍO


Título: Baruc en el río
Editorial: Destino
Lugar y año: Barcelona, 2011
OMNISCIENCIA SOSPECHOSA

“Hoy, después de tantos años, desde la perspectiva clara e inútil de lo ya sucedido, resulta fácil leer los signos que aquella mañana de agosto presagiaba el desastre”. Así escribe Hugo Gaitán, hermano menor de Baruc, treinta años después de que este se fugara de casa un mal día de agosto de 1980. De este modo comienza una historia conmovedora, humana y desgarradora, construida en torno a una fuga, la del quinceañero Baruc, dolido por un inoportuno bofetón de su madre, y su búsqueda por parte de los diferentes miembros de la familia. Tres décadas después, Hugo pretende buscar sentido a los hechos que cambiaron su vida poniéndolos por escrito, y empieza a adoptar una omnisciencia sospechosa que le permite tener acceso a las perspectivas de los diversos actores de la historia: la madre insegura, el padre descorazonado, un mendigo pesaroso, un policía despiadado, el indolente tío Sócrates… Tal multiperspectivismo, que Abella desarrolló con éxito en su anterior novela, El libro del amor esquivo (finalista del Nadal 2009), no se acaba de justificar narrativamente hasta que llegamos al capítulo final, una especie de bomba de relojería que hará que el lector no olvide fácilmente, o acaso nunca, esta novela.
            Rubén Abella dosifica con maestría la información proveniente de los diversos focalizadores, y muestra habilidad para las descripciones de ambientes, paisajes y referencias sensoriales. Muchas de tales descripciones adquieren carácter alegórico, como el omnipresente río, acaso un símbolo de la frágil tranquilidad de esa familia castellana de clase media de hace tres décadas. Pero, además de este posible simbolismo, las pinceladas de ambiente que aporta Abella son certeras y realistas: es destacable su recreación del verano de un adolescente en los años 80, con sus cintas de casete y sus cómics del Capitán Trueno.
            Merece especial atención la técnica “hitchcockiana” por la que el narrador nos va llevando a conclusiones equívocas son mentirnos explícitamente. Valga como ejemplo el final del capítulo 10, en el que Baruc pasa la noche con un mendigo, quien, tras levantarse mientras el chico duerme, le hurga en el macuto y los bolsillos…
            Baruc en el río es un ejemplo de maestría narrativa, y combina una historia humana con un ritmo dinámico, un fatalismo implícito, una temática centrada en el drama familiar y el sentido de la culpa, y varios cambios de sentido coronados por un explosivo capítulo final. Todo ello en una prosa limpia y bella, que resulta de un hábito de escritura a fuego lento, cada vez más difícil de encontrar en nuestro panorama narrativo actual.
(por gentileza del bueno de Miguel Canterac)

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