“Escribir un diálogo es echar a volar a los
personajes”
Durante
la tarde del 22 de mayo tuvo lugar la sexta sesión del III Taller de Crítica y Creación Literarias. Comenzó con la
lectura de dos fragmentos de posibles novelas de sendas asistentes, que fueron comentados por el resto de compañeros. Eran escritos muy diferentes en el tono, el tema, los personajes,
etc., pero que, a pesar de encontrarse en una primera fase, habían sido
elaborados con sumo cuidado.
Tras
este ejercicio, Rocío Arana, profesora de la UNIR y poeta, comenzó su taller
titulado “El diálogo en la narrativa”, en el que explicó las claves para crear
un diálogo que aporte dinamismo y verosimilitud a la narración. Para lograr
esto, recalcó la necesidad de tener un profundo conocimiento previo de los
personajes que van a hablar, porque “al igual que escribir es jugar con las
palabras, escribir un diálogo es echar a volar a los
personajes”. Del mismo modo, destacó la importancia de la naturalidad —sin caer
en lo vulgar—, que el diálogo suene a habla real, es decir, empleando frases cortas,
titubeos, interjecciones, palabras rotas, etc. También habló de cómo dosificar
el suspense para que resulte más efectivo.
En
la última parte de esta sesión, Rocío Arana indujo a los asistentes a poner en
práctica sus consejos, para lo cual propuso tres situaciones diferentes con las
que crear otros tantos diálogos.
“Hay que asomarse a los márgenes”
El pasado martes, día 29, Ricardo Mora
dirigió la penúltima sesión del taller. Bajo el título “Los márgenes del
canon”, Ricardo Mora incitó a los asistentes a conocer las obras que se
consideran recomendables, pero también a buscar otras que se encuentran fuera
de este marco por varias razones.
En primer lugar, los cánones siempre están
condicionados por diversos factores, como la publicidad, los premios, las
editoriales, la visibilidad en las librerías, el haber sido reseñados, el boca
a boca, etc. Todos estos elementos llevan a cabo una selección, por lo que si
nos guiamos exclusivamente por ellos, solo conoceremos una pequeña parte de los
libros que se escriben.
En segundo lugar, los cánones cambian con
el paso de tiempo (todos conocemos a autores que en algún momento han sido muy
valorados, pero que han perdido vigencia con los años), también los gustos
varían: la temática, el estilo, el lenguaje, etc.
Además, en otros países hay personas o
instituciones que han logrado la suficiente autoridad para marcar el canon,
para elegir qué leer o no leer, como es el caso del crítico Harold Bloom; pero
en España no parece haber un magisterio claro en este asunto.
Por todas estas razones, cada lector debe
conocer las obras “recomendables”, pero también asomarse a los márgenes
(escritores olvidados, géneros poco conocidos…). De este modo podrá elaborar su
propio canon y enriquecerlo.
(Fotos y notas: Ascen Jiménez)