RENDICIÓN INCONDICIONAL
Rafael Díaz Riera
en ACEPRENSA, 21 diciembre 21011
(Reproducida con permiso de ACEPRENSA)
Rendición incondicional completa la trilogía bélica más tarde integrada en La espada del honor, formada también por los volúmenes Hombres en armas y Oficiales y caballeros. Como exigencia de la colección “Letras universales”, esta edición cuenta con un oportuno y erudito estudio preliminar de Carlos Vilar Flor, cuya lectura recomiendo vivamente.
Según una laudable costumbre de las novelas que abarcan varios títulos (trilogías, tetralogías, etc.), el último de ellos cierra las tramas secundarias que han quedado abiertas en los anteriores. Así sucede también en esta narración en la que conocemos la evolución final de los miembros de la familia Crouchback y de algunos personajes que se relacionaron con ella más intensamente en los volúmenes precedentes.
La sátira no puede estar ausente en ningún texto narrativo de Waugh, y esta obra censura sin adornos las irresponsabilidades de una clase social que no supo estar a la altura de los desafíos que le imponía la historia. No obstante, Rendición incondicional es mucho más que una crítica de los aspectos menos rutilantes del esfuerzo de guerra que realizó el Reino Unido entre 1939 y 1945. También es, sobre todo, la historia de una purificación y una de redención, la de Guy Crouchback, y, tangencialmente, la de su mujer Virginia y la de su sobrino Box-Bender, quienes se rinden a lo largo de las páginas a la acción de la gracia casi al mismo tiempo que los dirigentes de su país lo hacían a los intereses de Stalin para Europa.
La purificación le llega a Crouchback al final de un proceso de fascinación y desencanto ampliamente descrito en Hombres en armas y Oficiales y caballeros, y el agente de la purgación redentora no será el heroísmo ante el fuego enemigo sino la ceniza fría de la mezquindad burocrática, la arbitrariedad injusta, la traición, el tedio: todo aquello que hace anodina y gris la vida de cuartel. Al final del relato, tras recorrer misteriosos caminos no exentos de ironía, Guy Crouchback se ha convertido en un digno descendiente del beato Gervase, gentilhombre católico (recusant) a quien martirizaron los protestantes en el siglo XVI.
Leer a Waugh es siempre una lección de buen estilo. Maneja admirablemente las situaciones irónicas, las alusiones que dicen más de lo que aseveran, las citas intratextuales (que hacen referencia a su propia producción) y el préstamo que realiza de textos ajenos.
Resulta divertido cuando vuelve a presentar a personajes de otra novelas interpretándose a sí mismos (eso que en cine se denomina cameo). Además, como firma de su escritura, sabe cambiar radicalmente el tono de una escena de un párrafo a otro o injertar lo humorístico con lo patético, los registros cultos con los vulgares, y el realismo con la capacidad de sugerencia.
Waugh no volvió a escribir nada igual a Rendición incondicional; parece como si en esta novela hubiese agotado todo lo que tenía que decir sobre el tema. Los que disfrutaron leyendo Retorno a Brideshead deberían abordar la trilogía entera.
TRES DE TRES
por ANTONIO INVERNÓN RAMOS
Fábula, 31 (otoño-invierno 2011), p. 67.
Según una laudable costumbre de las novelas que abarcan varios títulos (trilogías, tetralogías, etc.), el último de ellos cierra las tramas secundarias que han quedado abiertas en los anteriores. Así sucede también en esta narración en la que conocemos la evolución final de los miembros de la familia Crouchback y de algunos personajes que se relacionaron con ella más intensamente en los volúmenes precedentes.
La sátira no puede estar ausente en ningún texto narrativo de Waugh, y esta obra censura sin adornos las irresponsabilidades de una clase social que no supo estar a la altura de los desafíos que le imponía la historia. No obstante, Rendición incondicional es mucho más que una crítica de los aspectos menos rutilantes del esfuerzo de guerra que realizó el Reino Unido entre 1939 y 1945. También es, sobre todo, la historia de una purificación y una de redención, la de Guy Crouchback, y, tangencialmente, la de su mujer Virginia y la de su sobrino Box-Bender, quienes se rinden a lo largo de las páginas a la acción de la gracia casi al mismo tiempo que los dirigentes de su país lo hacían a los intereses de Stalin para Europa.
La purificación le llega a Crouchback al final de un proceso de fascinación y desencanto ampliamente descrito en Hombres en armas y Oficiales y caballeros, y el agente de la purgación redentora no será el heroísmo ante el fuego enemigo sino la ceniza fría de la mezquindad burocrática, la arbitrariedad injusta, la traición, el tedio: todo aquello que hace anodina y gris la vida de cuartel. Al final del relato, tras recorrer misteriosos caminos no exentos de ironía, Guy Crouchback se ha convertido en un digno descendiente del beato Gervase, gentilhombre católico (recusant) a quien martirizaron los protestantes en el siglo XVI.
Leer a Waugh es siempre una lección de buen estilo. Maneja admirablemente las situaciones irónicas, las alusiones que dicen más de lo que aseveran, las citas intratextuales (que hacen referencia a su propia producción) y el préstamo que realiza de textos ajenos.
Resulta divertido cuando vuelve a presentar a personajes de otra novelas interpretándose a sí mismos (eso que en cine se denomina cameo). Además, como firma de su escritura, sabe cambiar radicalmente el tono de una escena de un párrafo a otro o injertar lo humorístico con lo patético, los registros cultos con los vulgares, y el realismo con la capacidad de sugerencia.
Waugh no volvió a escribir nada igual a Rendición incondicional; parece como si en esta novela hubiese agotado todo lo que tenía que decir sobre el tema. Los que disfrutaron leyendo Retorno a Brideshead deberían abordar la trilogía entera.
TRES DE TRES
por ANTONIO INVERNÓN RAMOS
Fábula, 31 (otoño-invierno 2011), p. 67.
Tercera parte de la trilogía Espada de honor y última novela que publicó Evelyn Waugh, concretamente en 1961, cinco años antes de morir. Este libro continúa con las vicisitudes de Guy Crouchback, católico inglés de clase alta, en la Segunda Guerra Mundial. A través de los ojos del protagonista, asistimos al relato de unos hechos históricos con la certidumbre que supone el haber sido vividos por el propio autor, se nos muestran trayectorias vitales de los personajes, verdaderos arquetipos de conductas humanas dispares y se nos presentan ideas de una fuerza sobrecogedora, en el marco de un tiempo en el que pueden desarrollarse con toda su intensidad. Porque Waugh utiliza la estructura general de unos hechos que conoce, transforma personas reales en personajes, crea también personajes ficticios, nos ofrece una historia de interés, y no se queda ahí, sino que da un paso más, dándonos una descripción de alguna de las pocas posibilidades del hombre frente a la sociedad moderna: la teoría de los pequeños actos de servicio, con la salvaguarda, para el caso de que la aplicación plena de esta teoría lleve a consecuencias no deseadas, de la explicación de por qué esos buenos actos son positivos, incluso aunque no hayan tenido los efectos deseados.
La Segunda Guerra Mundial es el marco que facilita las situaciones extremas para que las personas que viven dichas situaciones lleguen a las únicas conclusiones posibles. El extremo fuerza a buscar salidas, las salidas permitirán algo más que sobrevivir a ese concreto extremo, llevando a constituirse en modus vivendi frente a algo mucho más peligroso y más duradero que las bombas: el mundo moderno. Tampoco nos confundamos: no estamos ante una novela al servicio de la exposición de una tesis, porque los diversos niveles de lectura que permite esta gran obra harán que se disfrute tanto por los que quieran dar un mayor sentido a sus líneas como a los que quieran simplemente verla como una historia más, ambientada en esos tristes momentos del siglo pasado.
En resumen: obra clave de la literatura universal, que se aprovechará mucho más si se han leído las dos novelas anteriores (igualmente magníficas), pero que puede leerse de forma independiente, dado que el autor inglés ayuda a ello, realizando un rápido resumen previo de las dos obras anteriores. La magnífica edición ha sido preparada para Cátedra por el profesor Carlos Villar Flor, gran estudioso de la obra del inglés. Las introducciones que el profesor Villar Flor ha preparado para cada una de las obras de la trilogía permiten tener los parámetros adecuados para disfrutar más de las novelas que vamos a leer. El trabajo que ha realizado está plenamente al servicio de la novela y, por tanto, de sus lectores. Una culminación de tarea realizada de forma brillante, a la altura de la obra a la que ya está, para siempre, unida.
Comentarios
Publicar un comentario