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CABEZAS CUBIERTAS

Una de las noticias que ha calentado el final del verano en mi ciudad (Logroño) es la polémica por la prohibición de llevar las cabezas cubiertas en algunos institutos de secundaria, algo que afecta por igual a las gorras de rapero, a los siniestros hoodies , y a los velos islámicos, si bien la atención ha recaído más en estos últimos. Una alumna del I.B. Sagasta ha visto peligrar su permanencia en el instituto si no acataba la norma, y esto ha provocado diversas reacciones. Entre ellas, pocos días después de publicarse la noticia se congregó un puñado de compañeros solidarios durante el segundo recreo para manifestarse contra la medida en nombre de las libertades. El portavoz estudiantil, miembro del Consejo Escolar, leyó en un comunicado: “consideramos que es una medida que atenta contra los derechos fundamentales a la educación y a la expresión religiosa”. Es encomiable que los compañeros de la chica den la cara por ella, con o sin el apoyo de los dos diputados regionales de IU q...
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Tres años

Hoy se  cumplen tres años del día más horrible de mi vida (hasta la fecha). El tiempo sin duda cierra heridas, pero la cicatriz permanecerá siempre. Es un tópico porque es verdad. Si mantengo el inveterado principio de que escribo poesía inspirado por el dolor del alma, supongo que acabaré componiendo un poemario sobre ella. Pero si también mantengo el parsimonioso cuentagotas con que dosifico mi poesía, no puedo asegurar cuándo. Ahora voy terminando uno sobre una experiencia acaecida en 2017, para que os hagáis una idea... Este poema formará parte (D.m.) del eventual poemario, así que os lo adelanto. Aunque no es reciente, como algunos pocos sabéis. Cada noche cruje un poco nuestra cama. Tengo mucho más espacio, estirarme empieza a ser ya rutina. Soy el amo y el señor de mis dominios colchoneros (parvo imperio). A veces, solo a veces, duermo hondo y apenas me atormenta tu silencio.   Pero juro que hoy el alma empeñaría por volver a los dos quintos retroactivos de mi lado de t...

Alatriste S.A.

La noticia literaria de los últimos días: tras catorce años de silencio (relativo), Pérez-Reverte nos vuelve a ofrecer la octava entrega de su saga más célebre. Los medios de comunicación, literarios o no, nos lo recuerdan por doquier. El Hormiguero invita al autor para hablar de su libro. Las librerías le dedican escaparates enteros en exclusiva.   XL Semanal le vuelve a dedicar la portada: “Alatriste es el único personaje de ficción español que ha logrado una proyección global sostenida en el tiempo” (lo siento, Cervantes). “Un icono universal reconocible”, etcétera. Estupendo, ¿no? Sin duda, Pérez-Reverte es el best-seller español por antonomasia, sea en esta saga o en otras. Hombre inteligente y sabiamente polémico, ha sabido explotar su temprano éxito y, lo que es mucho más difícil que subir a la cumbre, ha sabido mantenerse casi cuatro décadas en el competitivo candelero literario, una hazaña propia de sus héroes más esforzados. Como hombre célebre que es, su reputación ...

Vuelta al cole

En estos días muchos acabamos de regresar de nuestras merecidas vacaciones, y nos vamos reincorporando, con mayor o menor incidencia del síndrome posvacacional, a nuestros quehaceres habituales. Espero que la mayoría hayamos descansado y disfrutado del parón. Algunos quizá vengan quemados del sol, otros de aguantar a la familia, pero los más quemados son, desgraciadamente, las víctimas de los 114 incendios que han devastado tantas hectáreas de bosque y que han acaparado la atención y la preocupación de los españoles en las últimas semanas. A estas tragedias reincidentes en verano se aplica, me temo, una dinámica que ya he esbozado en otra ocasión, la de la explotación de la catástrofe. En una primera fase, cuando la tragedia se cobra sus víctimas, nos llena de consternación e inseguridad. En una segunda, de solidaridad, se movilizan los recursos institucionales y humanos, voluntariado incluido, para procurar aliviar un tanto las consecuencias del caos. En esta fase los representantes p...

Babelia 9 agosto

El pasado sábado 9 recibí la grata sorpresa de leer una reseña de Un puñado de polvo en Babelia , firmada por Ignacio Peyró, erudito y anglófilo. Además de analizar con su acostumbrada agudeza la novela de Evelyn Waugh que he traducido y prologado, Peyró me dedica unas palabras al final de su reseña. Empieza afirmando que la gran literatura arrastra una tradición de mezclar lo trágico con lo cómico, “una tradición que, tras pasar por Shakespeare y Dickens, llega con toda congruencia hasta Evelyn Waugh”. El entorno es un Londres de entreguerras que aporta “justamente la atmósfera ideal para un humor […] de sátira social”. Afirma que la novela trata del enfrentamiento de dos mundos que ya entonces se oponían: por un lado, el de los hábitos y tradiciones eduardianas, y por otro el de la vanguardia moderna simbolizada por el apartamento como cuarto propio para la mujer liberada, o por el nuevo uso del teléfono. Un choque entre “la Inglaterra arcádica y la crisis de la modernidad”, que s...

Llame usted mañana

Coincide que estos días he tenido que hacer varias llamadas a teléfonos de atención al ciudadano de diversas instituciones de la administración pública. Llamadme anticuado, pero en ciertas cuestiones prefiero hablar con un humano y pedirle que me desenrede los nudos burocráticos de difícil comprensión. Pero, ay, he comprobado que hoy en día no es tan fácil encontrar humanos. Anteayer me pasé la mañana marcando un teléfono que me ponía en espera hasta que uno de sus agentes dejara de estar ocupado, indicándome que quedaban quince minutos, diez, cuatro, uno…, hasta que, cuando por fin llegaba mi turno (utilizo bien el pretérito imperfecto, pues fue un hecho reiterado a lo largo de la mañana), se colgaba o daba tono de comunicando. Curiosamente, ese mismo número cambió la sintonía a partir de las dos de la tarde, para advertirnos de que “nuestro horario de atención es de 9:00 a 14:00 horas de lunes a viernes”.  Otro número de una institución diferente, mientras también me dejaba en es...

Un paseo por Hyde Park

Recientemente regresé de una corta estancia en Inglaterra por motivos de trabajo. El último día me quedaron un par de horas libres en Londres y mis pasos me llevaron a Hyde Park, el pulmón de la ciudad, algo así como el Retiro en Madrid. Había salido una tarde soleada de sábado, y Hyde Park estaba animadísimo, con centenares de personas paseando, recostadas o sentadas en el césped, haciendo ejercicio, jugando, remando en Serpentine o tomándose un refrigerio en las terrazas circundantes. Me tomé mi tiempo para renovar la fascinación ante el monumento al príncipe Alberto (en cuya base se había organizado una quedada de bailes latinos), o para reconocer el área de la primera exposición universal donde se alzó el Palacio de Cristal en 1851, o para revisitar el Speaker’s Corner, ese rincón donde cualquiera puede subirse a un cajón y soltar un discurso a la concurrencia, ejercitando así la oratoria más popular. Además de renovar estas vistas ya conocidas, nuevos aspectos llamaron mi atención...