Estimado presidente: Querría desde esta columna expresarle mi más emocionado agradecimiento por su decisión de seguir sosteniendo el timón de nuestro país, un país que, más que nunca, necesita de su guía y sabiduría. Sé que estos días estará muy atareado regenerando la vida democrática española, pero confío en que [entrará en mi blog] y leerá esta muestra sincera de adhesión, una más entre los millones de tales que se han producido espontáneamente el pasado fin de semana, inspiradas por el sincero gesto de cuestionarse la permanencia en el poder. Y es que, como digo, hoy más que nunca es necesario que siga trabajando en firme para lograr la concordia de los españoles y españolas, algo que sé es prioridad de su gobierno. Y me parece edificante que no se arredre ante las insidias de la ultraderecha, la derecha, los jueces o los periodistas, colectivos todos que, tal como sugieren algunos socios de gobierno, requieren de una urgente reeducación y democratización. Le animo a que no desfa
Hoy es una jornada de máxima expectación en España: nuestro presidente Sánchez se ha dado un día más para decidir si dimite o no del cargo. El motivo, como sabemos los de este lado del charco, es la apertura de diligencias por tráfico de influencias y corrupción en los negocios que presuntamente implican a su esposa, Begoña Gómez. Al largo de este fin de semana se han sucedido numerosas manifestaciones de apoyo a Sánchez, que manifiesta ser víctima de las insidias del bloque de derecha/ultraderecha. Da la impresión de que tales actos multitudinarios de exaltación del líder no están exentos de ese énfasis en las dos Españas que introdujo en la vida política uno de los más devotos prosanchistas, el expresidente Rodríguez Zapatero. Es paradójico que el defensor a ultranza de la alianza de civilizaciones haya hecho tanto para dividir la de su país. En esta jornada de reflexión presidencial, propongo un comentario de texto inspirado en un artículo aparecido en los diarios del grupo Voce