Resulta bastante lamentable que el brillante escritor Francisco Umbral, autor de joyas como Mortal y rosa, galardonado con el premio Nadal, el Cervantes y el Princesa de Asturias, haya pasado al inconsciente colectivo por su frase: “Yo he venido a hablar de mi libro”. Originada en un programa de Mercedes Milá en 1993, esta expresión se ha convertido en sinónimo de cierto solipsismo autoral digno de risión. Sin embargo, la fijación de Umbral por difundir su libro no debería haber generado tanto cachondeo posterior, pues es síntoma de una enfermedad bastante inevitable que no está cubierta por ningún servicio del sistema público de salud, ni mucho menos por ningún seguro privado, y movimientos como Marea Blanca nunca exigen al PP la reducción de las listas de espera, sencillamente porque ni se detecta ni se trata: me refiero al síndrome del escritor de posparto.
En
efecto, se trata de una afección que sobreviene a quien, tras meses o años de
esfuerzo y desgaste de imaginación e ilusión, consigue sacar a la luz una obra
de cierta extensión. El símil de la parturienta parece apropiado, aunque con
frecuencia el escritor no lleva su criatura “solo” nueve meses: pueden llegar a
ser varios años. Luego quizá han seguido otros tantos de búsqueda de editor, así
que la publicación supone el culmen de un proceso agotador en el que ha derrochado
ingente energía. Pero, una vez que la criatura está en el mundo, la tarea no ha
hecho más que empezar, pues no puedes abandonar a tu neonato en la cuneta o en
la esclusa de las cajas cerradas. Así, como buena madre has de seguir peleando
para que tu criatura se desarrolle mediante lo que, visto desde fuera, puede antojarse
una cierta monomanía o hinchazón del ego, manifestada en la inquietud por que
el libro se conozca, que los medios no lo ignoren, que esté a la vista en las
librerías (si lo permiten los alatristes y los planetas), que se hable y se
escriba de él, etcétera. Y, como las plataformas de promoción de los autores
ajenos a la dinámica de superventas son muy limitadas, se involucra a amigos,
familiares, vecinos y conocidos para que acompañen en las presentaciones de la
criatura.
En mi entrada de hace un mes comentaba que en La Rioja se ha multiplicado exponencialmente el número de escritores con libros publicados, así que esta afección sin duda debe de ir en aumento. Tú seguro que conoces a más de uno y más de dos. Por tanto, sé comprensivo, y, ahora que estamos en el umbral de las navidades, te conmino a que acompañes y reconfortes a un amigo escritor en la medida de lo posible. Y, si necesitas algún ejemplo para concretar estos buenos propósitos, el 23 de diciembre cierto bloguero que conoces volverá a hablar de su libro enSantos Ochoa acompañado por Toño del Río. Pues eso, seamos considerados con los enfermos. Que ya casi es Navidad.

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