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El hombre de la sábana

[Hoy] propongo compartir algunas ideas aprendidas en una interesantísima charla impartida hace pocos días en el Centro Cultural Ibercaja de Logroño por Francisco Luis Delgado, catedrático de latín y sindonólogo. Organizada por la asociación La Bitácora, la segunda parte de la charla trató sobre cierta sábana de lino que presenta unos fascinantes misterios que la ciencia hasta la fecha no ha sabido explicar.

Al parecer, este tejido de sarga levantina en espiga de unos cuatro metros de longitud se usó en el siglo I para envolver el cadáver de cierto hombre que había sido ajusticiado por el poder romano en Jerusalén. Lo maravilloso del asunto es que el lienzo ha conservado a lo largo de todo este tiempo sendas imágenes en negativo del cuerpo de frente y de espaldas, impresas en un pigmento cuya naturaleza no se ha podido identificar; la NASA, tras más de una década de estudio, concluyó que esta impresión fue provocada por una misteriosa energía que emanó del cuerpo, traspasó la sábana y dejó la impronta, pero de un modo humanamente inexplicable.

El estudio de la impresión y los restos de sangre revela que el cuerpo del hombre sufrió tortura y posterior muerte por crucifixión. Se pueden apreciar unas 480 marcas dobles del flagellum taxillatum romano, lo que indica que recibió unos 120 latigazos infligidos por dos soldados, uno más alto que otro. En la cabeza y nuca se perciben unas cincuenta heridas provocadas por espinas clavadas formando un casquete, llagas que coinciden con las venas y arterias correspondientes. También presenta la mejilla derecha hinchada (probablemente de un bastonazo), una ceja partida, el tabique nasal roto, y el labio y mentón derechos inflamados, compatibles con una caída a plomo con manos atadas. Por añadidura, son patentes las lesiones de la crucifixión: el hombre fue clavado al madero por las muñecas (espacio de Destot), destrozándole el nervio mediano y provocando la inmovilización del pulgar, y por los pies, el izquierdo sobre el derecho. En el pecho sufrió una llaga de dimensiones que coinciden con la punta de la clásica lanza romana, perforando el pulmón y el corazón.

Aunque en 1988 un análisis con carbono-14 aventuró una datación posterior, nuevos estudios realizados en 2024 mediante dispersión de rayos X de ángulo amplio (WAXS) han concluido que el lienzo tiene unos dos mil años, lo cual viene confirmado por la identificación de restos de polen de la Judea del siglo I. En todo caso, el enigma está ahí para quien quiera acercarse a él. ¿Se podría falsificar en el siglo I, o incluso en el XIII, una impresión que ni siquiera hoy se puede replicar? ¿Será acaso que el hombre de la sábana es el mismo del que se habla en diversas fuentes, testimoniales e históricas, y que ciertas cosas disparatadas que afirmó de sí podrían ser verdad? Nunca tenemos la certeza definitiva. Solo indicios.


Aparecido en La Rioja, 18 de abril 2025. Ver todas las columnas.


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