En estos días en que la locura de pedir los sexenios no me deja tiempo para más, rescato una columna de "Y otra de arena" que no había vertido en este blog. Se publicó el 29 de noviembre, y respondía a la noticia de que el último colegio de La Rioja que ofrecía la opción de educación diferenciada anunció que, por imposición de la LOMLOE, no podía seguir haciéndolo. Supongo que a estas alturas la institución responsable de dicho colegio, COAS, mira al futuro y se adapta al nuevo modelo mixto. Valga lo que sigue como un panegírico pronunciado en un funeral al que apenas asiste nadie.
En ocasiones encontramos palabras que
son objeto de especial distorsión semántica en contextos ideológicos. En su
distopía 1984, George Orwell
reconocía la necesidad que tiene todo poder de manipular el alcance del
lenguaje, de forma que, mediante el ejercicio de su fuerza propagandística y
coercitiva, ciertos términos acaben significando solo lo que interese. Habría
múltiples ejemplos en la política reciente, pero hoy querría mencionar un caso
local que implica el uso del término “segregar” para definir el modelo educativo
diferenciado por sexos. En La Rioja el único que lo ha venido adoptando es el
centro concertado Alcaste-Las Fuentes, pero hace pocos días anunció que se veía
obligado a cambiarlo por imposición de la Lomloe, pues niega la financiación
pública a los colegios que “segreguen”.
Lo expuesto no quiere decir que yo personalmente
defienda este modelo frente al mixto. Como casi todo en la vida, tiene pros y
contras. Quizá deberían ser sus proponentes quienes lo explicaran mejor ante la
opinión pública. Lo que digo es que es un modelo científicamente defendible, y
entraría dentro de las opciones de la libertad de padres y educadores. Pero me
temo que en nuestro país el debate se sustituye por el eslogan partidista, y los
sabios que nos gobiernan han decidido unilateralmente que merece, si no la ilegalización
definitiva, sí la asfixia económica. Es un giro que ya intentó Zapatero al
final de su mandato en 2011, y al fin ha conseguido implantar su digno sucesor
de la mano de la ministra que declaró, con gran agudeza, que los hijos no son
de los padres.
La distorsión semántica estriba en que, aunque la noticia se perfila como una victoria de la igualdad, en la que el colegio que “segregaba” por fin deja de hacerlo, en realidad nos estamos tragando un nuevo recorte de las libertades ciudadanas. Y me pregunto si vendrá algún día en que el estado promueva leyes contra el deporte por sexos, porque igualmente se considere un último reducto de la segregación. Sería un desarrollo coherente. Cosas veredes.
(Aparecido en La Rioja, 29 noviembre 2024)
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