Al socaire de un ocasional interés por Malasia que me entró, a principios de verano me hice con dos novelas recomendadas como representativas del país y su cultura. Aunque no son demasiado recientes, ambas me parecen altamente recomendables, así que les dedicaré sendos comentarios en este foro.
Empezaré por Madre del arroz (The Rice Mother), primera novela de una escritora revelación anglo-malaya, Rani Manicka. Trata de las vicisitudes de una familia a lo largo de cuatro generaciones, una historia más trágica que cómica relatada sucesivamente por varios narradores, concediendo la prioridad a Lakshmi, la matriarca de la familia aludida en el título, basada según la autora en su propia abuela. Lakshmi procedía de Camboya, pero la casaron siendo aún niña con un viudo mayor que su propia madre, y se instalaron en una modesta casa en la localidad de Kuantan, donde la chica dio a luz a un total de seis hijos muy seguidos. Tras estos comienzos poco prometedores, Lakshmi toma las riendas y se convierte en el pilar de la familia, liderando la lucha por la supervivencia cotidiana en circunstancias extremas, agravadas por la represión provocada por la invasión japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Las narraciones entrelazadas desarrollan una historia fascinante de amores y odios, entrega y traición, esperanza y angustia, dentro de ese contexto de paz imposible que constituye la vida de toda familia que se precie. Aunque el estilo de estas voces es a veces incongruentemente uniforme, Manicka acierta en la dosificación de información narrativa; sabe ocultar detalles que se revelarán páginas más tarde, o guardar ciertos misterios que no conviene desvelar del todo.
Mi intención al elegir esta novela era acercarme al ambiente de una lejana Malasia, pero, aunque la novela presenta también toques de realismo mágico, una de las impresiones más poderosas que saqué es la cercanía de los personajes y situaciones por encima de la distancia espacio-temporal. Así, la estrechez de horizontes de una joven obligada a casarse con dolo y a encerrarse en labores domésticas vitalicias podría encontrar ecos en literaturas más cercanas, como historias ambientadas en la posguerra española, o en la Irlanda profunda, por poner dos ejemplos.
Sin embargo, esta enésima (si bien más exótica) representación de las limitaciones del término obsoleto de “ama de casa” da qué pensar. La madre arroz pasa de ser una adolescente manipulada a ser la autoridad incuestionable de la familia, no solo ante su marido e hijos (naturales y políticos), sino incluso en las dos generaciones sucesivas. Un peculiar empoderamiento, lejos del que persigue la mujer de hoy e incluso contradictorio con este. Pero, por ponerlo de modo extremo, digamos que Lakshmi no necesitaba recurrir a teléfonos de atención a padres maltratados por sus hijos, tristemente vigentes hoy en día. Era otro tipo de poder.
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