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Mostrando entradas de julio, 2021

UNA IDEA PARA ESCRITORES SIN FAMA

Hace dos semanas aludía yo a la percepción, compartida por muchas editoriales, de que en España hay demasiados escritores para pocos lectores . También conjeturaba que el número de aquellos acaso no bajaba de cien mil (seguro que me quedo muy corto). Obviamente, la diosa Fama no puede sonreír a todos al mismo tiempo, pero esto no debería frustrarnos sobremanera. El don de la escritura sigue ahí, aunque nuestros admiradores no se cuenten por millares. Hoy me gustaría sugerir una propuesta para encauzar talentos no reconocidos por las masas: escribir la historia de la propia familia. Es una lástima que el recuerdo de nuestros familiares se difumine, o se pierda irremisiblemente, a partir de la tercera generación. Hoy lo habitual es que la mayoría haya conocido y tratado a sus abuelos, y que haya disfrutado de su cariño y experiencia. Mi caso (que no viene al ídem) es una excepción, pero es obvio que yo no sería quien soy sin ellos. No sé si sería otro mejor o peor (el posibilismo alterna

El hijo de don Ángel

  Reproduzco aquí un relato breve que tiene algo que ver con la actualidad (aunque no puedo revelarlo hasta el final, claro...) EL HIJO DE DON ÁNGEL Fifo se acurrucaba en su rincón favorito del patio de la escuela, su refugio habitual en las ocasiones en que protagonizaba escenas conflictivas. Pero la de hoy no tenía precedente. El hermano marista le había vuelto a sacudir en la cabeza por discutir con su alumno protegido. Mas esta vez se había vuelto contra él, le había arrojado un mendrugo de pan, y le había devuelto el piñazo con los puños. Había sido una jugada muy arriesgada, pero Fifo no soportaba los abusos de autoridad, y había hecho el propósito de responder al fraile si volvía a agredirle. Pues sí señor, lo había cumplido. Ahora procedía retirarse del escenario de tormenta y observar el desarrollo de los acontecimientos.   Desde su retiro le venían a la memoria episodios similares del pasado, cuando asistía a la escuela de la aldea. Tampoco entonces le había perdonado a la

Escritores que leen

El otro día me dejé caer por una feria del libro local, y en uno de los stands (también llamados casetas) se hallaba un autor joven, no llegaría a los treinta, bien parecido, con su impecable barbita de pocos días. De pronto dirigió la mirada y una amplia sonrisa hacia el grupo heterogéneo de ojeadores y nos apeló: --Disculpen. ¿Algunos de ustedes es lector habitual de novela negra? Porque aquí tienen un magnífico… Mi timidez innata me impidió responder de inmediato (y mucho menos revelarme como autor de sendos thrillers), pero no hizo falta, pues dos o tres chicas con acento andaluz asumieron la interlocución. El joven autor se mantuvo encantador, casi seductor, durante las ulteriores fases conversacionales, aunque no me quedé a comprobar si se consumaba el acto adquisitivo. Pero la escena me conmovió y permaneció en mi memoria, desatando inevitables recuerdos de tiempos no tan lejanos. La editorial Libros del Asteroide es una de esas honrosas excepciones que se molesta en contestar a