Esta semana se habla en España del llamado “Pin parental”, es decir, se debate sobre si las administraciones públicas reconocen o no el derecho de los progenitores a negarse a que sus hijos reciban charlas obligatorias de sexualidad en el colegio. El gobierno central y los gobiernos autonómicos progresistas manifiestan que los progenitores disidentes no tienen este supuesto derecho, y juran o prometen por su honor que harán lo posible para que no lo puedan ejercer. Incluso alguna ministra se ha desmarcado con declaraciones del tipo de “Los hijos no son de los padres”. Y, ¿cómo lo veo yo?, me preguntarás. Ah, astuto lector, quieres acorralarme una vez más, ¿verdad? Si digo que reconozco la libertad parental de elegir el modo de transmitir educación sexual me dirás que apoyo iniciativas de la derecha, es decir, de la ultraderecha, y que por tanto no merezco ni el aire que respiro. Si por el contrario apoyo la negativa de los gobiernos de izquierda dirás que menudo liberal de pacotilla ...
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