En 1969 el escritor inglés Graham Greene recibió el premio Shakesperare concedido por la Universidad de Hamburgo. En el acto Greene debía pronunciar un discurso y optó por criticar al dramaturgo que daba nombre al galardón por su conformismo frente a las autoridades de su tiempo que le encumbraron. Por el contrario, Greene enfatizó el papel del escritor que se enfrenta al poder y denuncia la injusticia del lado de las víctimas. El título del discurso, bastante elocuente, fue “La virtud de la deslealtad”. Extracto aquí unos fragmentos representativos. El Estado siempre ha estado interesado en envenenar los pozos psicológicos, en fomentar los abucheos, en restringir la solidaridad humana (…) ¿No es la labor del narrador actuar como abogado del diablo, fomentar la solidaridad y cierta medida de comprensión hacia los que se hallan al margen del beneplácito estatal? El escritor se deja llevar por su propia vocación de ser protestante en una sociedad católica, católico en una socied...
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