Desde hace algún tiempo la editorial Renacimiento, un referente indiscutible de la poesía en castellano, viene publicando cuidadas ediciones de obras completas de poetas consagrados (o no tanto) que suponen una especie de punto y aparte en las trayectorias de los respectivos autores. Esta vez le ha llegado el turno a Miguel d’Ors, tras cincuenta años de creación poética que le ha encumbrado como maestro del verso y le ha ganado millones de lectores, un puñado de imitadores, y (que de todo hay en la viña del Señor) uno o dos críticos.
Yo, aunque me cuento entre el primer colectivo, me confieso incapaz de analizar en estas pocas líneas la trayectoria de este maestro a lo largo de medio siglo y de más de mil poemas, desde el primerizo poemario Del amor, del olvido (1972), pasando por libros de coleccionista como Canciones, oraciones, panfletos, impoemas, epigramas y ripios…(1990), hasta el más reciente, Manzanas robadas (2017). Por eso (además de que el sueldo de reseñador es realmente bajo, créanme), me limitaré aquí a una somera visión de conjunto de esta valiosa recopilación.
Es destacable que este volumen recoge toda la obra publicada de Miguel d’Ors, quien nos confiesa en el suculento prólogo que ha optado por la completa inclusión de todo su material sin caer en la tentación de retocar, maquillar o directamente repudiar su obra de juventud. Lo justifica con la convicción de que, cuando un poeta ha llegado a ese punto en el que los entendidos han reconocido su valía, “sus páginas inmaduras adquieren no diré un valor pero sí un interés, aunque sea meramente documental, como atisbos de las más conseguidas, peldaños en la ruta que llevaba a ellas o un humus necesario para su eclosión”. En efecto, esta recopilación permite observar la evolución del joven poeta que juega a fingir (pessoaticamente) que está enamorado y vibra sopesando los recursos expresivos que se abren ante su pluma, hasta el poeta maduro que se consuela recreando fogonazos del pasado en los que vislumbró una efímera ráfaga de belleza o felicidad.
Por esta voluntad de integridad, los poemas no han sido retocados, salvo las esperables correcciones de erratas, unificación de criterios tipográficos, o actualización ortográfica. Otra justificación de este proceso de canonización poética que d’Ors ha llevado a cabo en la presente edición es la de protegerse ante una abusiva proliferación de versiones un tanto apócrifas de sus poemas por las redes sociales. Es lógico que un poeta tan cuidadoso en la selección verbal, musical y prosódica de cada verso se revuelva ante torpes reproducciones piratas que cambian “tomillo” por “tornillo”, o “gatos” por “galgos”.
Además de afianzar la forma canónica de su poesía para la posteridad, este volumen de casi 700 páginas incluye tres valiosos índices: uno general, que ilustra la disposición en orden inverso de la antología, desde el poemario más moderno al más antiguo; otro índice de títulos y primeros versos, que facilita la localización y referencia; y un tercero (más original tratándose de poesía) de nombres propios y topónimos, que nos da idea de la cantidad de personajes públicos, históricos, culturales, familiares, etc. que han inspirado versos de d’Ors (desde Superman a Rodríguez Zapatero, pasando por Borges o Blancanieves), a la vez que también ayuda al estudioso o lector de d’Ors a recalar en su cartografía de ambientes, reales, imaginarios o soñados: sus recreaciones de Granada o Pontevedra, sus recurrentes lugares amenos en Paraños, Monte de Tomba, Poyo, Cotobade o Zuriza, sin desdeñar alguna incursión por Wyoming (aunque nunca haya estado en Cheyenne, según confiesa).
A lo largo de este recorrido fascinante a través de unos mil cien poemas el lector accede a la obra completa de este autor que tiene mucho de poeta de la experiencia, pero también bastante de experimental (aunque no lo parezca), de polifacético –temática y estilísticamente–, de humorístico y, ¿por qué no? de místico. Por supuesto que ediciones como esta facilitan el camino a los estudiosos, doctorandos e investigadores de la obra migueldorsiana, que los habrá, pues la crítica académica es más aburrida pero más perdurable. Sí. Pero por encima de todo lo demás, el gran regalo de esta edición de Renacimiento es, sencillamente, que te permite tener en la mano, juntos pero no revueltos, cincuenta años de Miguel d’Ors. Ahí es nada.
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