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Mostrando entradas de enero, 2020

¿Y si se bloquea el PIN?

Esta semana se habla en España del llamado “Pin parental”, es decir, se debate sobre si las administraciones públicas reconocen o no el derecho de los progenitores a negarse a que sus hijos reciban charlas obligatorias de sexualidad en el colegio. El gobierno central y los gobiernos autonómicos progresistas manifiestan que los progenitores disidentes no tienen este supuesto derecho, y juran o prometen por su honor que harán lo posible para que no lo puedan ejercer. Incluso alguna ministra se ha desmarcado con declaraciones del tipo de “Los hijos no son de los padres”. Y, ¿cómo lo veo yo?, me preguntarás. Ah, astuto lector, quieres acorralarme una vez más, ¿verdad? Si digo que reconozco la libertad parental de elegir el modo de transmitir educación sexual me dirás que apoyo iniciativas de la derecha, es decir, de la ultraderecha, y que por tanto no merezco ni el aire que respiro. Si por el contrario apoyo la negativa de los gobiernos de izquierda dirás que menudo liberal de pacotilla

Una hora y cinco con Mario

Reproduzco aquí la minicrónica de la visita de Mario Vargas Llosa a Logroño el 23 de octubre de 2019, que me sirvió como inspiración para el editorial del último Fábula número 45, de reciente aparición.  Ayer por la tarde pasé un buen rato con Mario oyéndole rememorar sus comienzos como escritor, desde su internado en el Colegio Militar Leoncio Prado…     (Si fuera un poco más vanidoso aún –virtud fundamental para el buen escritor– mantendría en este punto la ambigüedad y seguiría desgranando mis recuerdos de la velada de ayer. Pero, lamentablemente, mi inoportuna conciencia me empuja a reconocer que, aunque es verdad que ayer pasé una grata sesión con el señor Vargas Llosa, también lo hicieron dos centenares de espectadores más, que siguieron entusiasmados el coloquio del premio Nobel con su amigo Pedro Cateriano, expresidente del Consejo de Ministros del Perú, en la sala Príncipe de Vergara del Círculo Logroñés).      Pues eso, que Mario recordó cómo se había iniciado en el art

Gozosa investidura

Hace unos días participé en un cursillo de formación sobre el componente emotivo en el aula. Entre otras interesantísimas sugerencias se nos animó a evitar los pensamientos negativos y sus perniciosos mecanismos de hipergeneralización, filtrado, maniqueísmo, hiper- o hipocontrol, error del adivino, etc. Pues bien, como práctica personal me he propuesto aplicar el método al primer asunto que me venga a las mientes… Por ejemplo, a la reciente investidura del presidente de España, don Pedro Sánchez. ¿Qué tal me saldrá? Vamos allá. En primer lugar, es una maravilla que, por fin, tras tantos meses de gobierno provisional, haya salido investido el mejor presidente imaginable: un hombre íntegro, veraz, bien preparado (todo un doctor en Economía), entregado a la causa del bienestar de España y su ciudadanía por encima de todo. Es gozoso que tenga tanta facilidad para hacer amigos y que les haya convencido para apoyar desinteresadamente la mejor gobernabilidad posible del país, incluso aunque

Propósito de Año Nuevo: No ser nocivos

Ya se sabe: los primeros días de Año Nuevo parece que adquirimos una mayor resolución moral para corregir viejos errores o estados de insatisfacción, y afloran los clásicos propósitos: apuntarse al gimnasio, empezar la dieta definitiva, dejar de fumar, etcétera. Espero no desanimar mucho si recuerdo que según dicen, nueve de cada diez personas desisten de tales resoluciones, aunque siempre podría darse la tesitura de que usted y yo estemos dentro de ese diez por ciento. En todo caso, y sin pasarme de moralista, me voy a permitir sugerir otro interesante propósito de año nuevo: no ser nocivos. Sí, como suena. Para ser nocivos, para fastidiar la vida al prójimo, no es necesario ser violador, maltratador, o terrorista; cualquiera de nosotros, ciudadanos majetones, podemos ser nocivos. Y mientras un maltratador puede acabar entregándose a la policía atormentado por su desquiciamiento, un majetón nocivo puede no darse ni cuenta de lo que está haciendo. Así, es nocivo el profesor que