Se me hace tarde y he quedado a cenar en un restaurante etíope donde no está permitido comer con cubiertos. Así que, aunque tenía cosas interesantes que escribir, lo dejaré para mejor ocasión. En su lugar reproduzco una reseña reciente de mi última novela, para que no os olvidéis del todo de ella. Salió publicada en Cuadernos del Sur, del Diario de Córdoba, el 20 de octubre de 2018. Le agradezco al doctor Prendes que me comunicara su existencia.
Muchos me habéis preguntado por ese enigmático toro que iba a lidiar el pasado lunes. Pues bien, se trataba de la prueba del concurso público a catedrático de universidad. Y sí, la pasé con éxito. ¡Alégrate conmigo! Quienes no estéis muy familiarizados con estos procesos quizá os confunda un poco que en la entrada de 24 junio 2022 anunciaba la obtención de la acreditación de catedrático a nivel nacional. Este era el primer paso, quizá el más importante, una condición sine qua non . Pero luego una universidad española debe convocar concurso, y uno debe presentarse, preparar las pruebas y obtener la plaza. Así que lo que ahora celebro es haber llegado al final de este camino. El primer ejercicio de la prueba consistía en defender el propio historial académico, docente e investigador. Hablar de sí no suele resultar muy arduo a un profesor universitario, y menos aún si es escritor. Así que, si me perdonáis que prolongue esa apologia pro vita mea con la que arranqué, compartiré aquí un
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