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RAFAEL REIG EXPLOTA LA BURBUJA LITERARIA


El martes 11 de diciembre presentamos el número 33 de la revista Fábula, en una tarde otoñal casi invernal, aunque caldeada por la compañía y el afecto de decenas de amigos y lectores. Esta vez nos apadrinó Rafael Reig, un señor de bigote, mirada guasona y permanente cigarrillo en los labios, que resulta ser uno de los valores más sólidos de la narrativa española actual.
            En su charla trazó una ingeniosa analogía en torno a la “burbuja literaria” que se ha venido formando en las últimas décadas en España. Los diversos intermediarios del negocio editorial (agentes, editores, vendedores..) han inflado los valores inmoderadamente según criterios ajenos a lo artístico. El resultado es una hiperproducción de material de cuestionable interés que colapsa el mercado del libro. También afecta a la subida de la “prima de riesgo”, pues la “marca España” ha quedado devaluada frente el lector medio, que, ante la duda, suele optar por el bestseller extranjero antes que por el autor autóctono. Pero los escritores, para Reig, tampoco son inocentes de la formación de esta burbuja. En las últimas décadas muchos autores de valía han entrado al trapo del negocio y han accedido a desempeñar su papel promocional a cualquier coste. En fin, para más detalles, podéis consultar este enlace, donde Rafael descargó la charla unos días después.
            La velada fluyó rápida, y cuando nos quisimos enterar ya eran las diez menos cuarto y había que desalojar. Un día, pues, histórico, no solo por acoger a Rafael Reig en su primera visita a Logroño, ni solo por haber presentado un nuevo número tras casi diecisiete años de continuidad… También hay que decir que, por primera vez en nuestra historia, no se contraprogramó otro acto literario a la misma hora en nuestra siempre dinámica ciudad. Por supuesto, los políticos siguieron sin honrarnos con su presencia, pero se estarían reservando para el día siguiente, la entrega del Premio Logroño de Novela (¿otra burbuja?), aunque ya no haya cena. Y los profes universitarios… para qué hablar. Eso daría para otro ensayo. Pero lo dejo para después de mi jubilación…

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